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martes, 29 de noviembre de 2011

La sonrisa etrusca, José Luis Sampedro

Solas, la opera prima de Benito Zambrano es, lo de es desde hace tiempo, una película que me cautiva por el personaje de Rosa, interpretado de manera magistral por María Galiana.

Rosa, una señora mayor, de pueblo, con pocos estudios pero que sabe amar, se traslada a la ciudad para cuidar a su marido enfermo que está hospitalizado. Mientras dura esta hospitalización, Rosa vive con su hija –María- una chica joven que malvive, se da a la bebida y que decide tener a su hijo pese a la mísera vida que lleva y pese a saberse abandonada por el padre de la criatura.

La relación entre madre e hija es nefasta. Como lo es la relación de Rosa con su marido. Un hombre déspota que la maltrata de manera psicológica y física, aunque esto último no se refleje en la película pero se deja claro. En este infierno vivencial, Rosa conoce a un vecino de su hija, solo y aburrido, que como ella no comprende ya la sociedad en la que vive y al que todo se le hace cuesta arriba.

Rosa es vieja pero no se rinde. Sabe que tiene cosas que aportar y lo hará a su manera. Sus armas, el amor, la paciencia y la discreción. Una escena resume esto a la perfección. Su hija discute con ella. Le dice que la deje tranquila y la ofende ridiculizando la vida triste que ha llevado junto a su padre. Su madre no se inmuta y le dice: te ofrezco lo que soy, lo que tengo.

Rosa cambiará la amargura vital de su hija, dará esperanzas nuevas de vida a su vecino y conseguirá que el corazón podrido de su marido dé señales de arrepentimiento.

Que distinto el papel de Rosa al del sheriff de No es país para viejos. Ed Tom Bell, no comprende de manera alguna la sociedad que le toca vivir y lidiar. Sueña con retirarse porque se siente viejo y fuera de sitio.

Creo que el problema lo tiene Ed y no su condición de ser viejo. Los viejos –que bueno poder llamarlos así sin que nadie se moleste- son necesarios porque son capaces de cambiar el mundo aportando lo que tienen y lo que son: la experiencia y nuestro origen.


José Luis Sampedro, flamante Premio Nacional de las Letras, nos ofrece esta misma visión de la vejez, que no está de más ni de sobra en La sonrisa etrusca. La sonrisa del que no teme a la muerte y que sabe que, a pesar de los años, tiene cosas que aportar a los suyos; aunque sólo sea a un nieto de corta edad.

El premio hará que volvamos los ojos hacia su obra. Sería un desperdicio, al hacerlo, no entrever la necesidad de volver la mirada hacia los viejos para decirles que la sociedad sigue siendo de ellos.

domingo, 27 de noviembre de 2011

PedroJ y Twitter: cuando el éxito cabe en 140 caracteres.

Nietzsche se sirvió de Zaratustra para poner voz, y cierta poesía, a sus temas recurrentes. Como un nuevo profeta que habla de cosas aún no conocidas y que necesitan de un altavoz potente para ser reveladas, Nietzsche pone en boca de su iluminado Zaratustra el advenimiento del superhombre, la muerte de Dios y el maleficio del eterno retorno de lo idéntico. Tres temas que, en definitiva, son un único asunto: la necesidad nitzscheana de proclamar lo que sólo él ve.

Zaratustra se agota en el intento. Los profetas deben dar su vida para que su mensaje cale hondo entre los hombres. Nietzsche, maestro de los aforismos y de la provocación, puso en boca de Zaratustra lo que llevaba en su corazón y en su atormentada mente. Zaratustra no es más que un instrumento en manos de su creador; un instrumento creado para dar voz a su mensaje. Zaratustra no es más que un mensajero. Ofrecido el mensaje, deja de ser necesario para su creador.

No sé que llevará PedroJ en su mente y en su corazón. Son asuntos suyos. Pero sí sé que es lo que contiene su Timeline de Twitter: -El Mundo-Orbyt, -su último libro “El primer naufragio” y –Humanidad, mucha humanidad. De la abundancia del corazón, habla la boca; por nuestras obras nos conocerán; o, dicho en un lenguaje más moderno: por nuestros twitters sabrán quiénes somos; de la abundancia del corazón, teclean los dedos sus twitters.

Llevo tiempo siguiéndole en Twitter. Hace poco, en una de sus numerosas conferencias, le escuché hablar sobre Twitter en Sevilla. Una frase que lanzó, buscando un titular como periodista de raza que es, me hizo pensar: Cada mañana me levanto pensando en Twitter.


Aventuro un proceso en el uso de las Nuevas Tecnologías por parte del director de El Mundo. Inicialmente, ve en Twitter una herramienta más para potenciar su periódico o su actividad profesional: Twitter, nuevo altavoz para vender sus productos. Como Nietzsche con su Zaratustra.

Le da resultado. Lo usa con ingenio y asiduidad. Sin embargo, descubre con los días, que detrás de sus twitters hay personas que le siguen, que comentan lo que él teclea, que responden con rapidez a cualquier asunto que plantee. Y PedroJ comprende que no puede hacer lo que hizo Nietzsche con su Zaratustra. Twitter deja de convertirse en mero altavoz para pasar a ser algo distinto. Y éste creo que es el éxito de PedroJ en Twitter.

Sin duda, gracias a Twitter conseguirá más suscripciones para su periódico online, o más ventas de su último libro. El negocio es el negocio. Nietzsche también escribía para vender. Pero el periodista no puede dejar de pensar en Twitter. Ha descubierto, y con él sus miles de seguidores, que detrás de las Nuevas Tecnologías, de sus miles de twitters, de su legión de lectores, hay personas. Y con las personas, lo único que cabe es comunicarse de tú a tú.

Creo que PedroJ es ejemplo de buen uso de las Nuevas Tecnologías. ¿Su éxito? Es humano, demasiado humano y, por tanto, honesto y natural. Y eso, engancha. Aunque sólo se disponga de 140 caracteres para mostrarlo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las profesiones que dan más felicidad.

Conocida es la propuesta jerárquica de las necesidades humanas de Maslow. De manera sucinta, esta teoría afirma que según se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollan deseos más elevados. En la cúspide de su pirámide se encuentra la necesidad de autorrealización o la posibilidad de encontrar un sentido a la vida mediante el desarrollo de una actividad.

Nos pasamos un montón de horas trabajando al día y quejarse, hoy en día de esto, sería una desfachatez. Un puesto de trabajo es un bien preciado. Ninguna actividad como la del trabajo ocupa tanta dedicación y esfuerzo en nuestra vida. Si Maslow tiene razón –creo que la tiene aunque la psicología de hoy mira para otra parte- habrá que encontrar el sentido de nuestra vida en el trabajo y desde el trabajo. O, al menos, gran parte del mismo. Las afirmaciones tajantes son, en estas cuestiones, arrogantes.

La Universidad de Chicago, desde su Organización Nacional para la Investigación, ha publicado un estudio serio sobre las profesiones que proporcionan más felicidad a quienes las practican. La lista es sumamente curiosa.

Encabezan la clasificación los sacerdotes, seguidos por bomberos, fisioterapeutas, escritores, profesores de educación especial, maestros, artistas, sicólogos, agentes de ventas de servicios financieros  y los operarios de maquinaria pesada.

Salvo los escritores –les hace feliz su independencia, afirman en la encuesta- y los operarios de maquinaria pesada –les divierte su trabajo- todos los demás sectores mencionados poseen características similares: poseen una profesión vocacional y volcada hacia alguien distinto a ellos mismo. Para colmo, no cobran mucho precisamente por su trabajo.



Ya afirmó Aristóteles que todos los hombres buscamos la felicidad; que la felicidad es lo único que se busca por sí mismo. Sabedor que no todos entenderíamos por felicidad lo mismo, el griego desarrolló esta cuestión en su Ética llegando a la conclusión que la felicidad no es separable de aquello que nos hace distinto a todos los demás seres, la racionalidad, y que la felicidad sólo será posible viviendo una vida dedicada a la racionalidad.

Creo que con esta propuesta de felicidad no se va a ninguna parte. Volvamos a Maslow y a la Universidad de Chicago. La felicidad tiene mucho que ver con vivir el trabajo con pasión y dedicarse a que los demás estén mejor gracias a tu trabajo.

martes, 22 de noviembre de 2011

Los niños orientales sacan magníficas notas en España. ¿Por qué?

El diario El País publica hoy, 22 de noviembre, un interesante articulo –firmado por Joaquina Prados- sobre el rendimiento de los niños asiáticos en nuestras escuelas. A pesar de tener muchos handicaps, estos niños muestran un comportamiento ejemplar, nunca faltan al respeto y obtienen notas brillantes en áreas como ciencias naturales, física, química y matemáticas.

Todo en contra

No es fácil el panorama que tienen por delante. Una cultura diametralmente opuesta a la nuestra, su sistema de numeración –base del razonamiento lógico- es distinto, su lengua se transcribe a un alfabeto donde los signos no son tales con la dificultad que esto encierra a la hora de poder pensar y comprender lo que se lee en otra lengua.

¿Son distintos biológicamente?

Los expertos son claros. No son distintos. Sus medias de coeficiente intelectual son similares a la de nuestros niños. La clave está en sus patrones culturales. No son mejores ni peores que los nuestros pero, claramente, influyen en ese mejor aprovechamiento en el aprendizaje.


¿Cuál es la clave?

Es seguro que son muchas las claves para saber interpretar este hecho. Sin embargo, me han llamado poderosamente la atención dos:

-Su cultura se fundamenta en la obediencia: la palabra del padre y del profesor no se discute.

-La gran baza académica de estos niños es la atención: es difícil que se distraigan.

Una reflexión

-No exagero si afirmo que la palabra del profesor cada vez vale menos. No la cuestionan tanto los alumnos como los padres que son, muchas veces, peores que los hijos a la hora de enjuiciar cualquier decisión u actitud del docente. Si alguien sonríe al leer esto, que visite cualquier colegio.

-Nuestros alumnos se dispersan con facilidad. Cualquier profesor sabe que si habla más de diez minutos seguidos, sus alumnos desconectan. Necesitan continuos estímulos; de lo contrario, pasan. Y así nos va. La nueva pedagogía –mundo anglosajón y escandinavo- invierte en nuevas maneras de motivar y no en estrategias para estimular. Una clase no es un recreo.

Link de la noticia en el diario El País http://www.elpais.com/articulo/sociedad/ninos/orientales/suben/nota/elpepisoc/20111120elpepisoc_5/Tes

sábado, 19 de noviembre de 2011

La Noria y el ácido sulfúrico

Llegó el momento en que el sufrimiento de los demás ya no les bastó: tuvieron que convertirlo en espectáculo.  De esta manera, gráfica y demoledora, comienza Ácido sulfúrico de Amélie Nothomb.

El Reality Show llevado a su máxima expresión en Concentración, un campo de concentración que ha sobrepasado todos los límites de la indignidad: las cámaras, omnipresentes, recogen, sin censura, el sufrimiento de los allí instalados a la fuerza. Concentración escandaliza a todos; sin embrago, obtiene una cuota de pantalla del cien por cien.

Los periódicos no hablaban de otra cosa. Los editoriales estaban al rojo vivo, las grandes conciencias pusieron el grito en el cielo. El público, en cambio, pidió más desde la primera entrega. El programa, que llevaba la sobria denominación de Concentración, obtuvo un récord de audiencia. Nunca el horror había causado una impresión tan directa.


Pannonique, una chica guapa y con ideales, es la protagonista. Paseando un día por París es reclutada a la fuerza –como otros muchos más- y llevada a Concentración. Empezará allí su calvario particular. Y lo que es peor, estará allí sin motivos. Simplemente, le ha tocado. La brutalidad nunca tiene explicación pero mucho menos la tiene cuando el no tenerla es el único argumento que la defiende. Pannonique, no tiene nombre ni rostro. En la novela es sólo una etiqueta identificativa: CKZ 114.

La kapo Zdena, coprotagonista, es también joven. Sin embargo, por contraste con Pannonique, ni es bella ni tiene inteligencia. Pero posee la capacidad suficiente para saber que el público quiere diversión sin límites. Está en el paro y la productora del programa le ofrece la oportunidad de su vida. Ser kapo. A cambio, deberá tratar sin piedad a los “concursantes”. Está dispuesta a todo.

La trama de la novela necesita el encuentro de las dos protagonistas. Amélie Nothomb recurre a una truculenta historia de amor no correspondido. La kapo Zdena se enamora ciegamente de Pannonique. Este amor imposible se convertirá en obsesión para Zdena y en perdición para Pannonique.

Hasta que ocurre, quizás, lo inevitable. Zdena necesita, como el respirar, saber el verdadero nombre de esa hermosa chica identificada bajo la placa CKZ 114. Los reclusos de Concentración no tienen nombres. Pero el objeto amado necesita ser nombrado para poder ser objetivado. Finalmente, lo consigue. Pero ese será su fin como kapo.

Zdena es incapaz ya de golpear a Pannonique desde que sabe su nombre. Nombrar no sólo es poseer. Sino saber que lo poseído es una persona. Entonces, se aprende que no debe ser poseído sino amado y respetado.


Algunos programas de televisión en España bordean los límites –alguno los supera- de lo indigno. Sin embargo, tienen altas cuotas de audiencia. Pero, un buen día, ocurre que se pone nombre a los protagonistas del drama. Es decir, tomamos distancia y conciencia y nos damos cuenta que lo que se ofrece por la pantalla debe ser derribado.

Esto le ha ocurrido a La Noria. Muchos hemos puesto nombre a la, por desgracia, persona protagonista, Marta del Castillo, y hemos dicho que hasta aquí hemos llegado. El horror no puede ser comercializado. Nuestro arma: la voz pacífica y la rebelión pacífica.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Fundación Pequeño Deseo

Hace unos días escuchaba la radio -no recuerdo cual- y me sorprendió una entrevista realacionada con una fundación que se denomina Fundación Pequeño Deseo. Me enganchó el tema y quise saber más sobre ellos.

La misión de esta fundación es hacer realidad los deseos de niños y niñas con enfermedades crónicas con el único objetivo de proporcionarles una alegría que les ayude a sentirse mejor anímicamente.

Y es que parece comprobado -es una realidad- que el estado anímico positivo es vital para que los pequeños se enfrenten con más energía a sus enfermedades. Esto nos pasa a todos, aunque no seamos pequeños y -afortunadamente- no tengamos una enfermedad crónica por ahora.

Son pequeños deseos como el que se relata bajo el epígrafe 1843 visible en la página web de la Fundación: Quisiera conocer a Mickey Mouse como Daniel, que al principio se asustó un poco, pero al cabo de un rato no paró de disfrutar con su personaje favorito. Pequeños deseos, gandres en humanidad.



Nietzsche en su obra "Humano, demasiado humano" ofrece una visión ácida del ser humano. Afirma, por ejemplo, que la brevedad de la vida conduce a muchas afirmaciones erróneas sobre las cualidades del hombre. Algunas iniciativas loables, por el contario, como la de esta Fundación,  nos ofrece una visión distinta y esperanzadora del ser humano. La brevedad de la vida ofrece, en ocasiones, la grandeza del ser humano.

Puedes saber más sobre esta fundación en su página web: http://www.fpdeseo.org/







sábado, 12 de noviembre de 2011

David contra Goliat o espectadores contra La Noria: efecto Twitter

La lista de empresas que han retirado su publicidad del programa La noria de Tele5 no para de aumentar. Con la misma velocidad que pierde anunciantes, el espacio aumenta su audiencia pero ésta, tanta nueva audiencia, no da dinero y, cada vez, lo dará menos. Los anunciantes huyen despavoridos de este programa que, hasta hace poco, era escaparate necesario para anunciarse a millones de espectadores.

¿Por qué huyen los anunciantes tras el escándalo provocado por la entrevista a la madre de El Cuco? En las Redes Sociales, está la respuesta. La crisis de La Noria es la primera provocada por el efecto Twitter.

Un bloguero, Pablo Herreros, alude a la posibilidad de boicotear los productos de los anunciantes en dicho programa. El asunto se transmite por Twitter a una velocidad de vértigo. Las empresas, a las que asusta más el escándalo que el criterio ético de anunciarse o no en programas de este tipo, se retiran en desbandada. Nada peor que tu propios clientes se te echen encima por tu política publicitaria.


Lo descrito da para muchas reflexiones pero quisiera detenerme en una en especial. La relación entre clientes, consumidores –ciudadanos, en definitiva- empresas, televisiones, etc. ha cambiado.

La comunicación horizontal que proporcionan las nuevas tecnologías es directa y contundente. En segundos, cualquier empresa puede saber que miles y miles de consumidores están descontentos con su modo de actuar. Ante esta realidad, difícil no tomar decisiones y fácil de entender que programas como La Noria estén al borde del precipicio.

Éxito de Twitter que no debe confundirse con un éxito sobre una visión más humana y digna del ser humano. Pero seamos también optimistas: un programa con más audiencia que nunca, pierde anunciantes. Ésta es la gran lección de Twitter. En publicidad no sólo vale la audiencia. También cuenta, a partir de ahora, la calidad del espacio en el que te anuncias.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Steve Jobs o la filosofía de la manzana

Tras el fallecimiento de Steve Jobs se han multiplicado los homenajes a este visionario de la vida y de los negocios tomando como hilo conductor su famoso discurso, pronunciado el 12 de junio de 2005, en la Universidad de Stanford.

Pocas veces una trayectoria vital se identifica tanto con una trayectoria profesional. La vida de Steve Jobs es Apple y la trayectoria de Apple es la vida de Steve Jobs. Hasta tal punto esto es así que resulta difícil separar una trayectoria –la de Apple- de una biografía –la de Steve Jobs- dominadas ambas por saber jugar con el tiempo, la perspectiva que a los acontecimientos otorga el tiempo para ser comprendidos o la verdadera dimensión de la vida que se adquiere cuando sabemos que el tiempo que tenemos es limitado.

Esta creo que es la principal apuesta de Jobs y la considero atractiva porque la misma se aleja de los clichés de los manuales de autoayuda, de emprendedores, o de los nuevos gurús que prometen la felicidad viviendo el presente por el presente y afianzando un yo introspectivo que de tanto engordar apenas deja espacio para vivir. La filosofía de la manzana constituye una metafísica del tiempo.

Afirmaciones como las que siguen, tomadas del citado discurso, evidencia esta nueva metafísica, éste ir más allá de tiempo para saber codificar y traducir nuestras vidas:


-         Reitero, no pueden conectar los puntos mirando hacia el futuro; solo pueden conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos, de alguna manera, se conectarán en su futuro. Tienen que confiar en algo, lo que sea. Nunca he abandonado esta perspectiva y es la que ha marcado la diferencia en mi vida.
-         Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he encontrado para tomar las grandes decisiones de mi vida.
-         Recordar que vas a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienes algo que perder. Ya estás desnudo. No hay ninguna razón para no seguir a tu corazón.

Cuando se nos insta continuamente a vivir en presente, sin tener en cuenta nuestro pasado –no actuamos en vacío y desde cero- y sin querer conquistar un futuro, la sensación de vacío existencial crecerá de manera exponencial. Jobs propone todo lo contrario. Sólo desde el futuro, adquiere significado lo que ahora nos ocurre. Sobretodo si lo que nos ocurre es malo o negativo. El sentido de lo que nos ocurre siempre remite a un más allá que le dará sentido.

La realidad de la muerte ha sido borrada de nuestra sociedad. No forma parte del imaginario colectivo. Tanto es así que a nadie se le ocurre que un buen día se tendrá que morir. Esta evidencia, a fuerza de serlo, se ha convertido en un paradigma vivencial. Pensamos que tenemos tiempo para todo cuando, en realidad, tenemos tiempo para poco y se trata de aprovecharlo.

Reconstruir la temporalidad del ser humano. Esta filosofía de la manzana debería ser redescubierta.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Emprendedores: Creo en Internet

Es argumento de uso común recurrir a la necesidad de formar “Emprendedores” para salir de esta crisis económica que nos agobia y asfixia. Paradójico resulta, al mismo tiempo, que nadie se moleste en definir que es un “Emprendedor” y cómo se forma a los mismos.

Si algo evidencia esta crisis es que es poliédrica. Se está en crisis de todo y para casi todo. La crisis económica es síntoma de otra mucho más sutil y peligrosa: la crisis en valores. Un sistema económico que se viene abajo porque no hay normas éticas claras que lo sustenten.

Por eso, creo que lo urgente son los “Emprendedores” no en iniciativas económicas sino  en valores. Personas audaces, iniciativas intrépidas, que apuesten por un cambio real de la urdimbre moral que cimienta nuestra sociedad. Ahora, más que nunca, el “Bien” necesita emprendedores optimistas y con ganas de hacer cosas que vayan a la raíz del problema.

El día 11 de este mes –noviembre- se celebra en Madrid el Congreso Creo en Internet. Un evento que nace con la noble intención de ofrecer un reconocimiento público a todos aquellos que comunican valores y educan a través de internet.



Una iniciativa loable y positiva. Existen emprendedores auténticos. Sólo es cuestión de descubrirlos.

Podrás conseguir más información sobre dicho congreso en su página web.

martes, 1 de noviembre de 2011

Atticus, buen educador. Atreverse a ver –o volver a ver- una película del año 1962 y en blanco y negro.

Matar a un ruiseñor

Adaptación de la novela homónima de Harper Lee. En la época de la Gran Depresión, en una población sureña, Atticus Finch (Gregory Peck) es un abogado que defiende a un hombre negro acusado de haber violado a una mujer blanca. Aunque la inocencia del hombre resulta evidente, el veredicto del jurado es tan previsible que ningún abogado aceptaría el caso, excepto Atticus Finch, el ciudadano más respetable de la ciudad. Su compasiva y valiente defensa de un inocente le granjea enemistades, pero le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos, huérfanos de madre. (FILMAFFINITY)



Atticus, el personaje

Se aprende mucho con esta película o, al menos, se puede reflexionar de nuevo sobre cuestiones que no deben olvidarse nunca. La triste realidad del racismo, las desigualdades sociales, la crisis económica, etc. Sin embargo, creo que un aspecto siempre ha quedado en el olvido al analizar esta cinta. El papel de Atticus como padre y educador de sus hijos.

-Se fía de sus hijos aunque sabe que no siempre le dicen la verdad.
-Enseña con el ejemplo y no con sermones.
-Les dedica tiempo aunque no le sobra.
-Esta disponible cuando es necesario y deja vivir cuando sabe que no lo es. No es un padre omnipresente ni ausente.
-Les dice siempre la verdad aunque esta sea difícil de admitir.
-No les ahorra sufrimiento de manera noña e irresponsable.


Una cuestión

¿Quién es el ruiseñor en esta película? ¿Por qué no se debe matar a un ruiseñor?

Lo mejor de la película

Las buenas historias tienen dos finales. Como en esta película. El segundo final, el cierre definitivo de la historia, es redondo.