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lunes, 12 de marzo de 2012

Cuarenta años del estreno de El Padrino

Se cumplen, en estas fechas, 40 años del estreno de El Padrino de Francis Ford Coppola. Pocas películas, en la historia del cine, han generado tantos comentarios y debates acalorados como ésta. Y es que el arte lo es, entre otros motivos, por producir este efecto señalado.

Escribir un Post sobre esta trilogía es una tarea ardua. Sólo pretendo rendir un pequeño homenaje a una cinta que forma parte de mi imaginario intelectual y estético. Para ello quisiera girar mis reflexiones hacia dos personajes centrales –Don Vito y Michael Corleone- y sus distintas maneras de liderar un grupo tan peculiar como esta familia.

Ambos tienen un propósito: conseguir que la familia sea respetable y que ésta se mantenga siempre unida. La manera de conseguirlo será afianzando su poder económico. La maestría de Coppola es paradigmática en este sentido.

Don Vito no consigue la respetabilidad ya que su poder económico –si bien enorme- no es aún el necesario. No obstante, a su muerte la familia permanece más unida que nunca. Michael lleva a la familia a sus mayores cotas de influencia. Tiene todo lo necesario para conseguir el honor de los Corleone. Sin embargo, ha perdido a los suyos: a su hermano, a su mujer, a sus hijos.

Las simpatías que generan ambos personajes son claras. Don Vito genera respeto, Michael, temor. Y para que esto quede claro, el acierto de Coppola lo expresa en las escenas de violencia de la película. Las ordenadas y/o ejecutadas por Don Vito son crueles y sangrientas; sin embargo, se nos muestran al espectador como necesarias. Las de Michael son limpias y con pocos efectos crueles ante la cámara. Sin embargo, son muertes gratuitas.

Por ejemplo. Don Vito venga la muerte de su padre, madre y hermano muchos años después. Mata a un anciano y enfermo Don Ciccio de un navajazo. En el desarrollo argumentativo esta muerte no produce desprecio hacia Don Vito por parte del espectador. Michael, ya triunfante de las asechanzas, ajusticia a su hermano Fredo. Ni siquiera se ve como se ejecuta su orden. Sólo vemos una pistola que se acerca a la cabeza de su hermano y el ruido posterior de un disparo. Sin embargo, el espectador tiene claro, tras esto, que Michael es despiadado.

No todo en Michael es negativo. Es mejor estratega que su padre. Los negocios con casinos en Las Vegas reflejan una mente preclara. ¿En qué falló Michael? ¿Por qué pierde a su familia? ¿Por qué, en definitiva, no es un líder como lo fue su padre?

Don Vito genera empatía, llena con su presencia todo el ambiente de calor de hogar. Al mismo tiempo, tiene pocas ideas pero éstas son sólidas e irrenunciables: su amor a la familia, su dedicación a sus amigos, y su peculiar sentido de la justicia. Como le dice a Bonasera, él no es un asesino. Además, no todo vale para ser poderoso. Su familia no debe entrar en el negocio de las drogas. En definitiva, será un mafioso pero no todo vale.


Michael no tiene vocación de líder. Quiere conseguir una cuenta de resultados. A cualquier precio y eso es, precisamente, lo que le inhabilita como líder. No ve personas sino elementos de enriquecimiento personal. El resultado: crisis.

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