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domingo, 15 de abril de 2012

El ajedrez y el desarrollo intelectual de los niños (III)

¿Potencia el ajedrez facultades en cualquier niño? Si, pero no las que se ofrecen como obvias. Por jugar al ajedrez, no se conseguirá, por ejemplo, que se potencie la concentración/atención si no se tienen esas cualidades previamente.

Un niño inquieto podría pasarlo mal si se sienta minutos y minutos delante de un tablero de ajedrez sin poder hacer otra cosa que mirar las casillas estáticas. ¿Imposible entonces que este hipotético  niño pueda potenciar esas capacidades con este noble deporte? En absoluto. Sólo tengamos prudencia. Ayudemos a ese niño a ganar en concentración con métodos más dinámicos. Eso es todo. Luego, será el momento en el que el ajedrez haga el resto.

En definitiva, la cuestión es ¿Qué cualidades potencia el ajedrez, de manera natural, en cualquier niño? ¿Cuáles potencia, de manera exclusiva, en algunos niños según su perfil?

Sea el niño como sea y posea las cualidades que posea, el ajedrez potenciará –siempre con la práctica asidua de este deporte- el pensamiento convergente y divergente.

El pensamiento convergente es aquel que nos lleva a una respuesta determinada o convencional. Es un pensamiento de tipo lógico que se utiliza, por ejemplo, para la resolución de un sistema de ecuaciones en matemáticas. Un camino a seguir, una sola solución correcta.

El pensamiento divergente es creativo. Admite diversos caminos y distintas soluciones todas válidas. Es el tipo de pensamiento que puede utilizar un artista o un investigador que lucha para la curación del cáncer.

Ambos pensamientos son claves en cualquier desarrollo intelectual. Sin embargo, pocas actividades potencian ambos campos. Quizás este sea unos de los graves problemas de nuestro sistema educativo. Un sistema que trabaja desde el pensamiento convergente y para el pensamiento convergente.

El ajedrez, por definición, trabaja a la perfección ambas posibilidades. Pongamos dos ejemplos sencillos para explicar esta cuestión.

Pensamiento convergente

Llegamos al final de una partida. Las blancas poseen, rey y torre. Las negras, sólo su rey. Hay que dar Jaque Mate. El proceso es un proceso lógico que sólo admite un camino que está determinado por la manera de moverse esas piezas.


Pensamiento divergente

Nos encontramos en el medio juego de una partida. La posición es cerrada y se hace difícil encontrar una jugada que otorgue ventaja. Sin embargo, el jugador de las negras encuentra una solución que va más allá de la propia cualidad de las piezas. Sacrificará un caballo para conseguir una posición ganadora.


Potenciar el pensamiento convergente de los niños les ayudará en sus estudios. Al menos en los países de tradición europea cuyos sistemas educativos están basados en esquemas racionalistas. El ajedrez, para esto, es un aliado perfecto. En el mundo educativo anglosajón, la divergencia es dominante.

Potenciar el pensamiento divergente de los niños les ayudará a saber enfrentarse a las dificultades que la vida encierra. Los problemas de la vida son siempre abiertos y ofrecen distintas posibilidades resolutivas.

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