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martes, 19 de junio de 2012

Desmantelando la vida online

Eustaquio, nuestro amigo imaginario, mientras se prepara de mala gana la cena –unos bocadillos enlatados- twittea que se está haciendo ese bocadillo. Al instante, realiza una serie de jugadas en Apalabrados, comprueba compulsivamente su correo electrónico, sintoniza, en el mismo aparato –su móvil- su emisora de radio favorita y manda unos WhatsApp a su novia que está pasando unos días de vacaciones en Jamaica.
 
Finalmente, se come su bocadillo mientras da una perdida a su madre para que le llame. La tele, encendida y con el volumen quitado, preside la escena. Facebook lo dejará para más tarde.
  
Eustaquio está felizmente estresado. Es feliz porque se siente parte de una comunidad virtual que le da sustento. Eso es lo que piensa Eustaquio. Es pragmático y analiza la realidad tomando siempre la parte más positiva para su provecho. Pero, la cuestión es otra. Lo que sabe Eustaquio –no es tonto aunque sea mal cocinero- es que necesita, de manera imperiosa, estar conectado.


Dicen, por ahí, que somos lo que pensamos; otros, que somos lo que hablamos; los más atrevidos, que somos lo que comemos. Aquí, el que sabe lo que somos es Eustaquio. Somos nuestras conexiones virtuales. Por eso, no podemos estar desconectados. Todo va tan rápido que necesitamos instrumentos que nos proporcionen el estado de esos cambios de manera inmediata.

Si esto no fuera así, a la mañana siguiente saldríamos a la calle y no sabríamos cómo es el mundo ni quiénes somos.

¿Podríamos dejar Twitter, Facebook, el móvil, el Apalabrados, el correo electrónico? Típica pregunta de estos tiempos que corren.

Seamos sinceros con esta historia de Eustaquio. En verdad, se llama Juanito, tiene trece años. Y no utiliza Facebook porque lo suyo es el Tuenti. Todo lo demás, es verdad. ¿Será bueno que Juanito necesite estar conectado las 24 horas al día? ¿Hacemos algo por Juanito?

Mi ordenador, ¿me vuelve más inteligente?

El cerebro es plástico. Sus conexiones neuronales poseen una gran plasticidad. Esta plasticidad no se limita a su corteza somatosensorial. Es generalizada. ¿Qué significa todo esto? ¿Cómo se relaciona esta realidad con el uso de las Nuevas Tecnologías?

Está cuestión es vital para comprender de qué manera nos influyen, en nuestro proceso de aprender, las nuevas herramientas informáticas. ¿Sólo influyen en el aprendizaje?

Intentemos explica, de manera gráfica, esta cuestión de la plasticidad y qué ventajas e inconvenientes posee.

Imaginemos que nunca hemos usado en abrelatas. Lo manipulamos y manipulamos hasta que damos con la manera exacta de utilizarlo. De manera rápida, el cerebro ha creado unas conexiones neuronales nuevas que dan sustento y cobijo a ese nuevo aprendizaje y, además, lo posibilita. Esto es la plasticidad. Fácilmente, transitamos nuevas vías neuronales. Esa es la ventaja.

Sin embargo, esa misma plasticidad hará que, con su uso, se cierren otras vías posibles para abrir la dichosa lata. Digamos que el cerebro, acostumbrado a usar el abrelatas no será capaz de encontrar con facilidad otras alternativas. Es la desventaja. (Rutina cognitiva)

Simplificando la cuestión. El cerebro es un entramado de conexiones al modo de autopistas. Fácilmente, una de ellas se abre paso para alguna cuestión; pero, si sólo usamos esa, las demás dejan de ser rentables y se cerraran al paso.


¿Por qué solemos hacer siempre lo mismo al levantarnos? ¿Por qué siempre realizamos el mismo recorrido para ir a tal sitio? ¿Por qué evito a tal persona? Conexiones y más conexiones que se han hecho rutinarias en nuestras vidas.

Hasta aquí esta somera y sencilla explicación de la plasticidad. Pero conviene apuntar, a continuación, la cuestión esencial:

No sólo aprendemos a usar el abrelatas. El uso del abrelatas modifica nuestro cerebro; conforma, en cierta manera, su estructura y funcionamiento. Fortalece ciertos circuitos neuronales pero, al mismo tiempo, debilita otros. Y, así, con todo. Nada es indiferente, para bien o para mal, en nuestro cerebro. Tampoco, obviamente, las Nuevas Tecnologías.

En todo esto, no puedo dejar de hacer un guiño de reconocimiento a Vigotsky. Ya vio todo esto el siglo pasado.

En un Post anterior, comenté las tres posibilidades argumentativas que se esgrimen a la hora de aclarar como afectan las Nuevas Tecnologías a nuestro cerebro.

Las tesis instrumentalistas sostienen que las herramientas que usamos –sea un martillo o Google- no influyen en nuestro cerebro. Craso error. La plasticidad desmiente esta posibilidad.

Las tesis deterministas sostienen lo contrario. Las herramientas que usamos –sea un sacapuntas o un teléfono móvil- modelan nuestra mente. Claramente, la plasticidad confirma esta opción. Sin embargo, quisiera hacer una aclaración.

Denominar determinismo a esta realidad es incorrecto. Las herramientas modifican el cerebro –eso es así- pero no nos determinan en una dirección de manera obligada. Puedo utilizar esa misma plasticidad en otra dirección.

Esta salvedad me parece importante. Si algo demuestra la plasticidad del cerebro es que no estamos determinados. Eso no es óbice para afirmar, con rotundidad, que las herramientas que usamos condicionan nuestro cerebro.

Y no hay herramienta tan sofisticada e influyente, para nuestra mente, como las Nuevas Tecnologías. ¿Cómo nos influyen, pues? Seguiremos.

domingo, 17 de junio de 2012

Tutoría y Familia: La última conferencia de Randy Pausch

A Randolph Frederick Pausch, profesor de Ingeniería Informática en Pensilvania, se le diagnostica un cáncer de páncreas en el año 2006. Falleció el 25 de julio de 2008 tras luchar con todas sus fuerzas contra la enfermedad.

El 18 de septiembre de 2007 –en lugar de rumiar su enfermedad y amargarse en ella- Pausch dicta una conferencia bajo el título Alcanzar realmente tus sueños de infancia. La conferencia, disponible en Youtube y que reproduzco, a continuación, con subtítulos en castellano sigue siendo, en la actualidad, un fenómeno de masas en el canal de videos. Su mensaje, un canto a la esperanza y  a la grandeza del ser humano frente al sufrimiento y las dificultades objetivas.


Algunas perlas de la conferencia

-No puedo controlar las cartas pero si jugar las manos.

-Experiencia es lo que obtienes cuando no consigues lo que quieres.

-Cuenta la anécdota de su entrenador cuando él era pequeño. Éste le recriminaba con dureza sus fallos: Lo estás haciendo mal, hazlo otra vez, estás lento. Y, así, un día y otro. Uno de los asistentes le dijo un día: Te trata duro. Pausch dijo que sí. El asistente le contestó: Eso es bueno porque quiere decir que se preocupa por ti. Cuando haces mal un trabajo y nadie te lo dice, quiere decir que se han rendido contigo.

-¿Quieres conseguir tus sueños? Te recomiendo unos buenos padres. 

-Cuenta cómo se quejaba ante la dureza de los exámenes de la universidad. Su madre le dijo: Sé como te sientes. Recuerdo cuando tu padre tenía tu edad. Estaba luchando en la Segunda Guerra Mundial.

-Mis padres me enseñaron la importancia de las personas sobre las cosas.

-Nunca subestimes la importancia de estar alegre.

-¿Quieres conseguir tus sueños? Juega honestamente con los demás. Pide disculpas. Sé agradecido. No olvides que nadie es pura maldad; por tanto, paciencia.

-Cuenta la anécdota del primer jugador negro de las grandes ligas americanas. En su contrato, había una cláusula que le prohibía quejarse si alguien le escupía. Quejarse y cuestionarlo todo, no resuelve nada.

Video recomendable para padres y educadores
Video recomenable para labor de tutoría con alumnos de 3º ESO en adelante.

Valores que transmite:
-Superación personal
-Sentido del sufrimiento
-Amor a la familia
-Respeto a las personas y gratitud
-Aprovechamiento del tiempo
-Optimismo y generosidad

domingo, 10 de junio de 2012

Rescate

Rescate, película protagonizada por Mel Gibson y dirigida por Ron Horward se estrenó en España en diciembre de 1996. No es una gran película pese a su gran reparto y una cierta originalidad a la hora de tratar un tema clásico en el cine: el secuestro y su desenlace.

Tom Mullen (Mel Gibson), adinerado hombre de negocios, dueño de una aerolínea, ve como su asentada vida sufre un giro inesperado y dramático. Secuestran a su hijo. La trama continúa y se produce la típica situación de tener que pagar un rescate para conseguir su liberación. Los primeros intentos resultan fallidos. Hasta aquí todo dentro de los cánones de guión previsto.

La historia, sin embargo, da un giro inesperado. Tom Mullen, hombre acostumbrado a los negocios y a las negociaciones, comprende que el secuestro de su hijo es algo más que una cuestión económica. En definitiva, sabe que aunque pague, nunca rescatará a su hijo con vida. Y es en este punto donde encontramos lo original de la trama: Mullen ofrecerá dos millones de dólares como recompensa para quien sea capaz de entregarle la cabeza del secuestrador de su hijo. Apuesta arriesgada y, en todo caso, valiente.

La película no tiene más pretensiones que aquella que se concreta en que el espectador pase un buen rato. Por tal motivo, dirigiré mis reflexiones a una cuestión de actualidad que no es otra que la situación de crisis que vive nuestro sistema financiero tomando como punto de reflexión la actitud de Mullen con respecto a los secuestradores y aquello que, sin duda, es lo que más quiere: su hijo.


Creo que la atormentada cabeza de Mullen debió seguir la siguiente lógica. Si pago, recupero a mi hijo. Sin embargo, la actitud del secuestrador me está indicando con claridad que, aunque pague, nunca recuperaré a mi hijo. Me cabe la opción de aferrarme a la primera opción: le pago e igual se ablanda y me devuelve a mi hijo. Sentimentalismo que no resolverá el problema. Por tanto, mejor contraatacar: usar el dinero del rescate para pedir la cabeza del secuestrador.

No se puede esperar que un secuestrador juegue limpio. Personajes así no tienen catadura moral alguna. Y, en todo caso, entrar a su juego sólo hará que nunca cambie en su actitud y siga realizando posteriores secuestros. Lógicamente, es comprensible que cualquier padre entre a ese juego para salvar la vida de su hijo. Es un padre y no hace falta más argumentación. Aunque ese padre sepa que su acción animará a los supuestos secuestradores a seguir con su escalada de secuestros. Hay más padres con dinero y otros tantos hijos indefensos que pueden ser secuestrados.

Independientemente de los por qué de nuestra situación de crisis -eso sería entrar en cuestiones políticas que no vienen al caso- una cuestión parece clara (salvando las distancias y dejando la cuestión de la película que sólo pretende ser una herramienta de reflexión): ciertos rescates merecen, como respuesta, la actitud de Mullen; es decir, no entrar en ese juego porque no deja de ser un juego endiablado en el que siempre se pierde.

Mullen tuvo la valentía de no entrar en ese juego aunque eso le llevara a perder lo más importante de su vida, el sentido de su vida: su hijo. Y no tomó esa actitud porque fuera soberbio, engreído o falsamente astuto: la tomó por dignidad. La mejor manera de afrontar un chantaje es plantarle cara.

El problema está cuando la situación de un país, de un continente, del mundo global, se ha convertido en un juego del que no es posible salirse porque todo se ha convertido en un único tablero en el que sólo es posible jugar a un único juego y sin posibilidad de salirse de dicho tablero. Juego y tablero se han convertido en la misma cosa. Es decir, pagas el rescate y pierdes a tu hijo.


martes, 5 de junio de 2012

Publicidad o lo que realmente necesitamos

Spot es un cortometraje escrito y dirigido por Guillermo Zapata. Participó, con éxito, en la VIII Edición del certamen de cortos Notodofilmfest.

Parece que nos habla de la publicidad, sus técnicas, su lenguaje. Pero, en verdad, no. Spot es metáfora de otra cosa. Sencilla y compleja. Al final, lo que uno necesita es sentirse escuchado y que alguien te diga que tu vida puede cambiar.

Gran cortometraje. Y magistral actuación de Julián Villagrán y Fátima Baeza.


domingo, 3 de junio de 2012

Edith Stein y los modelos educativos

Dentro de unos días me veo expuesto a dar una conferencia sobre cuestiones fenomenológicas en un prestigioso centro universitario. Reto difícil cuando no se tiene una especial formación filosófica en ese campo y cuando el público, que tendrá la bondad de escucharme, sabe más que uno en esos temas. Quizás me salve de un posible fracaso que la sesión tiene como objetivo acercar el hecho fenomenológico al mundo de la educación de los valores. Los valores son vivenciales. Una enseñanza exclusivamente racional de los mismos está destinada al fracaso.

Estando en estas preparaciones, entra en mi campo de trabajo la vida y obra filosófica de Edith Stein, hasta entonces desconocida en mi formación filosófica. He encontrado poca literatura traducida al castellano sobre esta mujer en la que converge un itinerario biográfico apasionante: filósofa -discípula de Husserl- judía, católica, carmelita y fallecida en un campo de concentración durante la segunda guerra mundial.

Para comprender a Edith Stein, compilación dirigida por Urbano Ferrer y editado en Palabra, es el libro que me ha servido para curar mi ignorancia y, quizás, darle algo de nivel a mi futura y atrevida conferencia. A lo largo de nueve capítulos se desgrana en el libro el legado humano, filosófico y espiritual de Edith Stein, canonizada en 1998 por Juan Pablo II.

Especial interés ha tenido, para mí la lectura, del capítulo 6 La noción de tipo como base para una nueva filosofía de la cultura, elaborado por Feliciana Merino Escalera. Intentaré explicar el por qué.

Para Stein, la noción de tipo aplicada al ser humano hace referencia a la posibilidad de que éste puede ser conformado desde el exterior a través de una serie de impactos sociales o ambientales. Otro significado, más habitual, es considerar como tipo una forma arquetípica de ser, es decir, la representación individual o conceptual de algo general (Cfr. Página 255)


Dado que el ser humano es único e irrepetible, resulta inviable reducirlo a una estructura típica. Aún en los casos en los que esto se ha intentado usando la violencia desmedida como arma configuradora, siempre le ha quedado al ser humano la capacidad de su libertad interior para tomar una actitud  personal ante los hechos que le ultrajan. Recordemos, en este punto, que la brutalidad ejercida en los campos de concentración no pudo anular la especificidad de miles de seres humanos que supieron enfrentarse a la barbarie con la cabeza bien alta.

Para Edith Stein, el hombre no es reducible a la comunidad a la que pertenece; pero esta evidencia no es óbice para afirmar que la tipología tiene una especial importancia en la configuración del sujeto. El ejemplo propuesto por la propia Edith Stein, y glosado con acierto por Feliciana Merino, del movimiento excursionista juvenil de la Alemania de entreguerras servirá de hilo conductor para apuntar una idea que puede resultar de gran utilidad en la formación de los jóvenes, en particular, y de todos, en general.

Los jóvenes de ese movimiento poseen una tipología con características comunes, tanto internas como externas. Las externas son más fáciles de mostrar: un modo de vestir, un modo de peinarse, el gusto por las excursiones y la naturaleza. Las internas harían referencia a una actitud común frente a la vida industrial y urbana de la época, un estilo de vida frente a la naturaleza, una visión concreta de la vida buena y saludable.

Un joven excursionista auténtico hace suyas esas características. Un joven excursionista ocasional –o no auténtico- no sería distinguible del otro a simple vista pero, es claro, que ese tipo de vida no se da de forma efectiva en su ser. En ambos casos, la fuente de determinación es exterior, aunque en el ejemplo del excursionista auténtico, esa exterioridad acabe interiorizada y afecte a su personalidad. Para el excursionista ocasiona mimético –ocasional- la fuente de su aspecto social consiste en la imitación de alguien sin comprender su estructura valorativa, es decir, sin adherirse a ella y, por ello, no le configura (Cfr. Página 257)

En el caso del excursionista auténtico, los factores externos que rodean a su persona le brindan la oportunidad de que tome postura ante ellos. Su respuesta, ese tomar postura, enriquece su universo personal.

La reflexión de Stein continúa porque este desarrollo fenomenológico necesita ajustarse a las exigencias metafísicas –necesarias- de la concepción de la persona. Sin embargo, lo que quisiera que fuera objeto de la reflexión de este Post ya está concretado.

La sociedad actual no ofrece tipologías claras de ningún tipo; ni siquiera las negativas, aquellas que pretenden buscar la creación de grupos indeseables o destructivos, consiguen anular el engordado individualismo que nos define como sociedad.

Los jóvenes crecen sin referentes claros con los que poder tomar partido, como ocurre en el caso de nuestro excursionista auténtico. Y este es el acierto de Stein a la hora de entender la importancia de los tipos sociales. Lo importante no son los modelos que se ofrecen sino lo que estos posibilitan. La salida de la soledad del yo para dar el paso al compromiso. Esto solo es posible desde tipologías que emerjan de la comunidad.

Cuidemos los aspectos externos de la vida familiar creando ritos visibles para los hijos: cenar juntos, dedicar un día a tareas en la casa, que la casa tenga su olor característico, etc. No muchos, pero si los suficientes para que los hijos se sientan parte de una familia y no de un hotel; algo así le ocurría al excursionista auténtico.

Cuidemos los aspectos internos de la vida familiar creando estructuras de pensamiento; hasta los Corleone cuidaban estos aspectos cuando, por ejemplo,  prohibían hablar de negocios en las comidas. No hablar mal de nadie nunca, saludar al entrar o salir de casa, respetar los tiempos de estudio, etc. No muchas pero si los suficientes para que lo hijos se sientan parte de una familia y no de un club social.

Aspectos externos e internos harán que la familia sea un referente en la vida de los hijos. Las familias que dan todo a los hijos hecho y fácil no crean referentes con los que merezca la pena involucrarse. Así, fabricamos aislados hijos egocéntricos.