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jueves, 30 de agosto de 2012

Walt Kowalski, Oskar Schindler, Michael Corleone y el perdón


El cine ofrece una gran variedad de personajes atormentados, perseguidos por un pasado que necesita ser redimido. Walt Kowalski en Gran Torino, Oskar Schindler en La lista de Schindler, Michael Corleone en El Padrino III.
 
En cierta manera, los tres consiguen liberarse de la carga pesada de sus actos si bien de distinta manera. Walt da su vida por sus vecinos; Oskar salva la vida de cientos de judíos; Michael pierde a su hija como precio a pagar por sus crueldades. 

Algunas escenas de estas películas ofrecen momentos emblemáticos en los que la necesidad de perdón se hace patente para demostrar, en definitiva, que las tres cintas no son más que una excusa para urdir una trama en las que la necesidad que todos tenemos de sentirnos perdonados sea el motivo que mueve al director a coger su cámara para contarnos una historia.

Oskar Schindler conversa con el atormentado Amon Goeth. Oskar no sabe como parar los continuos asesinatos del dirigente nazi. Amon no sólo es un asesino. Es déspota e imprevisible. Su personalidad le lleva a ejercer la brutalidad en función de sus desequilibrios y obsesiones. Cuando una de estas inestabilidades se activa matará, sin piedad, al que tenga más cercano.

Ambos charlan sobre la esencia del poder. Amon afirma que se tiene poder cuando se tiene la capacidad de matar. Oskar le corrige y lleva el terreno de la conversación hacia donde le interesa. Sujetar la peligrosa personalidad de Amon.


-Oskar: Poder es cuando tenemos justificación para matar y no lo hacemos. Es lo que tenían los emperadores. Un hombre roba algo. Le conducen ante el emperador. Se echa al suelo ante él e implora clemencia. El sabe que va a morir. Pero el emperador le perdona la vida. A ese miserable. Y deja que se vaya. Eso es poder, Amon.

Oskar es inteligente y usa esta estrategia para convencer a Amon de que el poderoso perdona y no mata. La lógica es sencilla. Sólo puede perdonar aquel que no gana nada al hacerlo porque, en definitiva, no lo necesita. No perdonar es debilidad.

Sin embargo, detrás del argumento de Oskar se encierra una consideración más profunda. Oskar vislumbra ya que su vida debe dar un giro absoluto. Su conciencia le taladra por dentro. Lleva meses viviendo con la certeza de necesita perdón. La necesidad de perdón ronda su inteligencia. Por eso, le sale de modo natural usar ese argumento ante Amon. Este matiz psicológico se olvida cuando se analiza esta película.

Giremos hacia Michael Corleone. Conversa con el arzobispo Gilday. Éste, por su mala cabeza e ingenuidad, se encuentra ante un desfalco económico de enormes dimensiones. Pide la ayuda de Corleone. Michael se la ofrecerá a cambio de participar, de manera mayoritaria,  en el accionariado de Inmobiliare. La conversación se cierra con una nueva alusión a la importancia del perdón.

-Arzobispo Gilday: Tengo la impresión de que hoy en día el poder para absorber deudas es mayor que el poder del perdón.

-Michael: monseñor, no sobreestime el poder para perdonar.

Michael ha dado un giro esencial. Ya no es suficiente con lavar el nombre de su familia. Sabe que esto sólo será posible cuando su vida quede redimida. Salta como un resorte cuando escucha del arzobispo esa alusión hacia la banalización del perdón en la vida de las personas. Él, el hombre más poderoso del mundo, sabe que el verdadero poder lo tiene aquel se sabe perdonado y no tiene una conciencia llena de agujeros.  


Oskar es infiel a su esposa. Michael ha matado a su propio hermano. Es sintomático que el giro de estos personajes se inicie con aquello que tienen más cercano. Oskar pedirá perdón a su mujer. Michael le dirá a su hija que ardería en el infierno para mantenerla a salvo. Kowalski intentará un acercamiento con sus hijos al saberse enfermo y confesará que no ha sido un buen padre.


Intentado recoger argumentos. Tres grandes películas, quizás, porque tratan un tema que triunfa con la misma facilidad con que es barrido de la vida cotidiana. La filosofía del perdón necesario. Empezando con lo más cercano.

lunes, 20 de agosto de 2012

Tacitas de filosofía


Escucho la radio y no veo la televisión. No suelo hacerlo a horas intempestivas como lo hice ayer. El calor y el estar en una ciudad lejana a España me llevaron a ello. Salir a la calle no era una opción prudente.

En Onda Cero sonaba La rosa de los vientos. Para muchos, La rosa de los vientos, del gran Juan Antonio Cebrián, es un acompañante fiel, en las noches del fin de semana, desde tantos años que es como parte de la familia.  

Se daba paso a una sección. Tacitas de filosofía. Siendo filósofo y no estando acostumbrado a que un programa, de radio o de televisión, se dedique unos minutos a nuestra olvidada disciplina, me dispuse a escuchar con curiosidad.

El tema, el eterno retorno de Nietzsche. Tiene mérito. Asunto complejo donde los haya para ser tratado en unos pocos minutos. Jorge Sánchez, filósofo y responsable de la sección, sintetizo la idea, supo aplicarla a la vida actual y, además, se le entendía perfectamente, Le felicito por ello.

Tampoco se quedó corta, en ingenio, la entrada de Martín Expósito. Comparar la vida con un videojuego en el que, ocurra lo que ocurra, se termina con un Game Over. Final de la partida; entonces, ¿para qué seguir superando pantallas? Buena imagen para adentrarnos en la filosofía de Nietzsche y en los temas filosóficos en general.




Como indicaba Jorge Sánchez, apostar en la vida por el entretenimiento por el entretenimiento, nos hará olvidar que la vida, en definitiva, es lo que se queda en medio para perderse de manera irreversible.

La sección se cierra con un pequeño broche de oro. Iniciativas actuales en las que la filosofía, los filósofos, demuestra que tienen mucha tarea que hacer. La labor de Eduardo Vergara llevando la filosofía a las cárceles andaluzas merece que me informe sobre la cuestión.  Ese cierre de la sección fue de agradecer.

El calor, en ocasiones, no deja dormir. Claramente, en el fuego de lo que fue, arde lo que será. No duermes pero descubres una sección que ojalá continúe durante el invierno, etapa del año en la que es más fácil dormir pero no por ello se deja de pensar.

Una taza de filosofía semanal al año creo que es saludable. Más allá de las posibles respuestas, la propuesta de Jorge Sánchez respira sentido común.


domingo, 19 de agosto de 2012

En mi país desconocido. Hans Fallada


Thomas Mann criticó con dureza –e igual vehemencia- a los intelectuales alemanes que decidieron quedarse en la Alemania nazi. Denominar a esa realidad con el nombre de exilio interior fue para Thomas Mann una manera –por simplificar los argumentos- de justificar lo injustificable con una catalogación pseudoética.

El gran escritor alemán se equivoca pues las actitudes personales no pueden enjuiciarse recurriendo a una etiqueta que nivele a todas las personas sin tener en cuenta la intencionalidad –los fines- de sus acciones. 

Hans Fallada optó por el exilio interior. Desde el punto de vista creativo, tal decisión nos ha brindado –ahora que Fallada se ha puesto, de nuevo, de moda- una visión diferente del derrumbe moral, político y sociológico que supuso el nazismo para Alemania y los alemanes.

En mi país desconocido, creo que es un recorrido espeluznante sobre el deterioro ético de las relaciones humanas –entre las personas desconocidas que tenían que vivir sus vidas- en esta época nefasta de la historia.

 

En un régimen de terror, el soplón surge como mecanismo represivo y de pánico. Nadie se fía de nadie, La atmósfera  es, así, irrespirable. Los incautos como Fallada –nunca se planteó en su sana ingenuidad si tenía amigos judíos; no clasificaba a las personas- sufrió de manera indecible los zarpazos de los que querían, a toda costa, medrar en el régimen.

En un régimen dictatorial, la creación artística es peligrosa y debe ser censurada. Fallada libra una batalla interesante –nuevamente, ingenua- sobre esa realidad.

Sin duda –apuntémoslo por que la memoria no debe olvidar realidades- el holocausto judío fue la encarnación del mal, sin precedentes ni consecuente en la historia. En mi país desconocido, Fallada nos ofrece pinceladas –humanas, muy humanas- de decenas de miles de personas que sufrieron la brutal represión de sus vidas aunque no fueran, físicamente, eliminadas.

Estos tres temas me parecen los más conseguidos en la propuesta de este En mi país desconocido, escrito por Hans Fallada en 1944 cuando está encarcelado y destrozado vitalmente. Su vida no fue fácil. También fue un desconocido para sí mismo.

viernes, 17 de agosto de 2012

El club de los poetas muertos y los errores educativos


El nihilismo puede ser divertido como construcción teórica. Llevado a la vida real, es letal para un adolescente.

Nunca he entendido las alabanzas educativas que siempre ha recibido esta película dirigida en 1989 por Peter Weir. No culpo de esto al director australiano. Esta película así como otras como El show de Truman o La costa de los mosquitos son apuestas ingeniosas para la reflexión antropológica. 

Analicemos las dos figuras educativas básicas en El club de los poetas muertos. El profesor Keating y el padre del alumno Neil Perry.

Keating usa como herramienta educativa de su asignatura la provocación. Cuestiona todo aquello que los alumnos tienen como modelo a seguir: Tradición, Honor, Disciplina y Excelencia 

Su primer error es de orden valorativo: provoca para enseñar y no enseña para provocar. Así, adoctrina. Los padres educan porque, afortunadamente y en la mayoría de los casos, conocen la realidad que rodea la vida de sus hijos. Cuando esto lo hace alguien que se desconoce la totalidad de la vida de un adolescente, puede provocar serios daños vitales.

Su segundo error es psicológico: desconoce que si a un joven se le ofrece romper con sus obligaciones, tomará este camino porque es lo más cómodo. Los adolescentes son utópicos y, al mismo tiempo, acríticos. Ofrecer la nada, en lugar de las obligaciones, es peligroso porque, al final, mejor o peor, un joven necesita que se le ofrezcan seguridades.


El padre de Neil Perry es otro peligro. Cuestiona todo aquello que va en contra de su visión de la vida. No quiere a su hijo sino que quiere verse realizado en él.

Su primer error es de orden afectivo. Se debe querer a los hijos no por lo que hagan sino cuando no hacen lo que deben. Es la mejor manera de ayudarles a ser mejores. Los hijos cambian cuando quieren contentar a quienes les quieren. Lo demás, son enredos psicológicos.

Su segundo error es de orden pedagógico. A los hijos –a los alumnos- siempre hay que ofrecerles salidas plausibles. No sólo cuando se equivocan. También cuando quieran realizar sueños que, aunque no sean realistas, no hacen daño a nadie.

Perry prohíbe, sin posibilidad de acuerdo, a su hijo que haga teatro. Lógicamente, Neil recurrirá a la mentira para hacerlo.

Perry ahoga la vida de su hijo porque quiere que llegue lejos. ¿Por qué? Porque el no lo ha conseguido. Perry olvida que la vida de los hijos no son los padres.

Las dos –padre y profesor- por motivos diferentes, cometen el mismo error: romper con la realidad sin ofrecer nada a cambio. El nihilismo puede ser divertido como construcción teórica. Llevado a la vida real, es letal para un adolescente.

martes, 14 de agosto de 2012

¿Es bueno arrepentirse?


Todas las canciones tienen un estribillo. Es la necesaria parte pegadiza, destinada al público, que necesita de la repetición para aprender una letra. Sólo cuando algo se aprende, cabe la posibilidad de que ese algo  guste. Lo saben los músicos y lo sabe el que compra un disco.

Entre los adolescentes, se repite un estribillo –los medios de comunicación lo denominan ahora pomposamente como mantra- que sale a colación en cualquier tipo de conversación que mantengan: No me arrepiento de nada.  

Tal afirmación en gente joven creo que no tienen especial importancia. Un joven no tiene pasado. Tiene un presente confuso y un futuro lejano que anhela. Sin pasado, el arrepentimiento –que es memoria- permanece inactivo.

Preocupante me parece esta afirmación en personas que ya dejaron la juventud atrás. Con los años, uno es más pasado que futuro. El tiempo es vida y también la condición de posibilidad de no haber hecho uno lo que debe.

Creo que esto lo compartimos todos. También los que sostienen que no hay que arrepentirse de nada. La misma construcción de la frase ya deja entrever que se asume, al menos, que hay cosas que uno no ha hecho bien.

Sin embargo, tener conciencia de que uno debe arrepentirse de lo que haya hecho mal es dignificante, nos ofrece la posibilidad de ser mejores y, además, es garantía de salud mental.


Para acompañar el razonamiento de tal afirmación recurriré a la poesía para evitar, así, los argumentos circulares de la filosofía y las casuísticas laberínticas de la psicología. El olvidado Luis Rosales y su poema Autobiografía me parecen idóneos. 

Como el náufrago metódico que contase las olas que le bastan para morir;
y las contase, y las volviese a contar, para evitar errores,
hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño y le cubre la frente,

Es cuestión de tiempo –la vida se encarga de eso-  que resulte inevitable echar la vista hacia atrás. Si uno ha vivido sin conciencia de arrepentimiento alguno, no podrá evitar convertirse en un náufrago rodeado por las aguas de todo aquello que debió hacer y no hizo y por todo aquello que hizo y no debió llegar nunca a convertirse en realidad. Esta realidad se torna dramática en el ocaso de la vida.

Por otra parte, la memoria, adormecida durante años, es traicionera. Saca del recuerdo hasta lo más vergonzoso de una vida para buscar la herida (la estatura de un niño…) 

así he vivido yo con una vaga prudencia de caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

Enfrentarse a la vida con la prudencia de un caballo de cartón en el baño puede parecer pusilánime. No lo creo. La prudencia no es otra cosa que sabiduría que sabe tomarse su tiempo.

Por eso, el final del poema me parece definitivo. El cariño, cuando es sano, reconoce que el arrepentimiento es la señal de que en nuestras relaciones personales buscamos el bien de quienes nos rodean y no el provecho propio.

Esta no es la esencia del arrepentimiento pero sí la casilla de salida para comprender que ese no arrepentirse de nada significa, sin más, que uno no ha querido nunca a nadie. Buen estribillo que se aprende pronto.

La huella: El cine como lenguaje


De la insoportable levedad del ser a la broma

Cuando Milan Kundera escribe su insoportable levedad del ser en 1984 se retrotrae a la Praga de finales de los sesenta para contarnos –con una genial escritura e igual genialidad en el más gusto descriptivo- la decadencia existencial del protagonista.

Tomás no es otra cosa que metáfora de un régimen marxista que se descompone a borbotones. La levedad es insoportable cuando la existencia está ahogada por la ausencia de la libertad personal.  

Todo lo demás –esa interpretación tan de Kundera de sintetizar la filosofía de Nietzsche con aquello que jamás dijo el filósofo- es mero recurso argumentativo para glosar una historia que no tiene más remedio que ser contada.

La ausencia de libertad es directamente proporcional a la levedad de una vida. Dado este caso, el único recurso es contar esa historia.

Catorce años más tarde, Milan Kundera publica La Lentitud. Continúa esa insoportable levedad del ser como telón de fondo de su escritura. Sin embargo, -con igual maestría y mal gusto- ofrece, quizás, una posible solución: el redescubrimiento de la lentitud para remansar el ocaso del ser: el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido.

Todo esto es sólo el motivo narrativo para  recuperar del olvido una película de 1972, La huella, dirigida por Joseph L. Mankiewicz e interpretada, de manera magistral, por Laurence Olivier y Michael Caine.


Los méritos cinematográficos de la película son diversos: -Guión inteligente y con dosis de humor que requieren de esa misma inteligencia para ser comprendidos. –Valiente adaptación al cine de la obra de teatro homónima. –Enfrentamiento interpretativo entre los dos actores que no dan un ganador claro. –Un inicio –ese jardín laberíntico- que es una declaración de intenciones.

Y lo que me parece más importante. La verdadera apuesta ideológica de Mankiewicz. Una solución vital a la insoportable levedad existencial de uno de sus protagonistas. Esta no es otra que llevar la broma y el juego, como estilo de vida, a su máxima expresión. 

Milan Kundera escribió La lentitud por puro gusto. Mankiewicz hace de éste –otra cosa no es el juego sino el hacer por gusto- el motor de su película.

Quizás –es seguro- tanto una propuesta como la otra se queden cortas. Al leer a Kundera o ver el cine de Mankiewicz experimentamos, al menos, que el ser humano es algo más que intentos fallidos de existencia.

No obstante, el buen cinéfilo disfrutará con esta película que obliga a contar poco de ella para no desvelar lo que no debe ser contado para no estropear la historia. Como las vidas que no quieran ser pura levedad.

lunes, 13 de agosto de 2012

Formar mentes brillantes: Decálogo


Siguiendo las propuestas de Howard Gardner y sus tesis sobre las cinco mentes del futuro, gloso el siguiente decálogo -de elaboración propia- manteniendo la argumentación básica del mencionado psicólogo norteamericano.

Las mentes brillantes se forman en las casas y en las escuelas. Eso es obvio. No lo es tanto cómo hacerlo. Los esquemas del pasado son inválidos en un mundo que es diferente de un día para otro.  

Las escuelas forman para la vida pero siguen usando esquemas de “producción” propios de la revolución industrial. Imposible formar así a alumnos para el futuro con sistemas caducos. Igual de absurdo está siendo introducir, por activa y por pasiva, las Nuevas Tecnologías para hacer más de lo mismo. El problema de la enseñanza no es de metodologías sino de paradigmas.

Igual de dañina es la tendencia de convertir los hogares en hoteles. Así, el calor de hogar se esfuma y los hijos, llenos de comodidades, pierden la brújula del esfuerzo para, más tarde, perder la del cariño.

La lógica del cariño no es como se piensa en esta sociedad de mensajes cortos, sensibleros y sin contenido. Se quiere a la gente por la que se hacen cosas y no, necesariamente, por quién las haga para ti. Los hijos quieren más a sus padres cuando pueden hacer cosas por ellos. Nos empeñamos en hacerlo al revés. Hacerlo todo por ellos y que ellos no hagan nada.

Esta propuesta quizás sirva para encauzar esa sangría  educativa y familiar. Cambio de paradigma educativo para las escuelas y cambio de sentimentalismos para las familias. 


1 Educar en el respeto. Se consigue pidiendo responsabilidades cuando éste se pierde. Lo demás es perderse en terapias de motivaciones que lo único que consiguen es eternizar los problemas. Una escuela que no exige respeto, es una escuela podrida. Una familia que no exige respeto, es una familia desunida.

2 Sin respeto, es imposible enseñar. La motivación en estas cuestiones debe sustituirse por corregir al que se equivoca. Y, como dice Gardner sin medias tintas, al que no respete y no quiera cambiar, hay que separarlo del grupo y rechazarlo. En cómo hacerlo, es dónde hay que invertir tiempo.

3 La mejor manera de educar en el respeto y propiciar metas conjuntas para todo el grupo: una clase o una familia. Cuando se lucha en compañía por un mismo objetivo, surge lo que une. La escuela es individualista. Los hijos deben sacar su casa adelante. Decir que la única obligación de un hijo es estudiar es sembrar su fracaso.

4 Las mentes brillantes son mentes disciplinadas. Disciplina, aquí, no significa ser constantes y ordenados. La mente disciplina contextualiza el saber. El no disciplinado, sólo memoriza en el mejor de los casos.  

5 El sistema educativo debe cambiar los modelos de exámenes. Estos, en la actualidad, son exclusivamente memorísticos. En las universidades, para colmo, suelen ser tipo test porque se corrigen antes. Las asociaciones de padres algún día entrarán en estas cuestiones. Tiempo al tiempo.

6 Cultivar una mente sintética o sucumbir ante las toneladas de información que nos proporcionan las Nuevas Tecnologías. La mente sintética es la única capaz de realizar un todo coherente y unificado de ingentes cantidades de información. En Post sobre la mente sintética se ofrecen pistas de cómo educarla.

7 La sociedad nos obligará a ser creativos. Si no, tarde o temprano, nuestro trabajo será realizado por una máquina. Decir que debemos reciclarnos es asumir que no comprendemos el mundo en el que vivimos. Se reciclan los objetos. Las personas, tenemos que ganar en capacidad creativa.

8 Erramos con las aficiones que propiciamos en los hijos y en los alumnos. Pianistas famosos o futbolistas mediáticos multimillonario hay pocos. Hay aficiones que fomentan la creatividad. Hay que ir a por ellas. (Ver Post sobre la cuestión)

9 La mente ética será la casilla de salida para incorporarse al mercado laboral y para poder formar parte de un grupo familiar o de amistad. Las personas sin principios serán evitadas. Nadie se fía de nadie. Si no se fían de ti, te quedarás muy solo.

10 La mente ética se cultiva cuando formamos a personas que comprenda que lo útil es lo constructivo. Es decir, si lo que haces sólo es útil para ti perderás todo criterio ético. Es cuestión de tiempo que eso ocurra.

domingo, 12 de agosto de 2012

¿Soluciones éticas o robar en supermercados?

Los padres que dejan que las amistades dependan totalmente del azar pueden poner en peligro a sus hijos

Los educadores deberían preparar a los jóvenes para llevar una vida caracterizada no sólo por un buen trabajo sino también por el trabajo bien hecho 

Las afirmaciones son de Howard Gardner, extraídas de su propuesta ética formulada en Las cinco mentes del futuro. Considero sumamente sugerente que Gardner vincule la ética al trabajo bien hecho.

No creo pretencioso dar un paso más. No hay que ser experto en nada para vislumbrar que la cuestión de fondo de esta crisis es una cuestión ética o, más bien, de ausencia de ella. La ética no es abstracta. Se traduce en actos públicos y sociales – también en los privados pero estos son menos tangibles- que deben ser, a parte de éticos, excelentes y atractivos. 

El trabajo bien hecho posee esas tres características: es excelente, ético y atractivo. Profundizando en este tipo de trabajo, podremos llegar a una propuesta ética esperanzadora.

El trabajo excelente sólo es posible si el que lo realiza posee una mente disciplina (Ver Post sobre la mente disciplinada)

El trabajo ético es un trabajo responsable, es decir, quien lo realiza tiene en cuenta las consecuencias que para la sociedad tienen sus actos.

Un trabajo es atractivo cuando es interesante y valioso.

El papel de los padres es esencial para afianzar en los hijos el amor por el trabajo ético. El papel de la escuela es esencial para afianzar en los alumnos la ilusión vital que proporciona un trabajo atractivo.


El papel de los padres

¿Sabría enunciar tu hijo cuáles son los principios y valores que pretendéis transmitirles? Si responde con generalidades –ser bueno, un hombre de provecho- o enmudece, no hay coherencia ética en ese hogar. Los hijos crecerán sin sujeción.

¿Corriges a tus hijos? Si no hay principios objetivos a transmitir, la corrección se convierte en apagar fuegos. Así, no se educa. 

El papel de la escuela

Habría que preguntar a los profesores ¿Qué es lo bueno para los alumnos? Si lo bueno es lo útil y lo útil es, sólo, aprobar las asignaturas, los alumnos buscarán la utilidad en algo que sea más inmediato. Aprobar siempre les queda lejos. Eso no motiva.

Hay que aprovechar esa necesidad vital del adolescente por lo inmediato para dotar al aprendizaje en las aulas de un uso constructivo inmediato en sus vidas cotidianas. El reto no es fácil pero no nos queda otra. Como sigamos pensando que la motivación es anterior al esfuerzo del trabajo seguiremos dando palos al vacío.

sábado, 11 de agosto de 2012

La mente ética y Descubriendo a Forrester


Jamal, adolescente protagonista de Descubriendo a Forrester, es bueno jugando a baloncesto. Igual de bueno es ocultando su verdadera pasión: escribir. Tiene dieciséis años y es consciente de que siendo negro y viviendo en un barrio marginal de Nueva York debe hacer lo que hacen todos –jugar al baloncesto, al menos- para ser aceptado en un grupo.  Escribir debe seguir siendo una pasión secreta.

Todo cambia cuando conoce a ForresterSean Connery- escritor ganador de un Pulitzer que vive retirado del mundo. Jamal oculta su pasión por escribir; Forrester se oculta de la vida. Entre los dos se establece una relación de amistad que hace que esta película sea interesante.

Quisiera centrarme en un aspecto marginal de la película que considero interesante. Jamal es becado para estudiar en un centro educativo de élite. Es inteligente pero la escuela se interesa por él por su gran nivel de baloncesto. Para los americanos, ser primeros en los deportes es referente de calidad educativa.

Hasta aquí todo bien. Jamal se aprovecha de la beca y la escuela de su habilidad por encestar una bola. Todo muy americano. Sin embargo, el asunto adquirirá un cariz dramático.



Jamal es brillante en las clases. Esto levanta la envidia  de su profesor de literatura. El profesor Crawford es mediocre. El mediocre, si no es humilde, siempre intentará, tarde o temprano, humillar al que no lo es o destruirle. El mediocre, además, siempre se rodea de gente más mediocre que él. Para saber el por qué de este enfrentamiento, invito a ver la película.

Un concurso literario en la escuela. El trabajo presentado por Jamal es extraordinario. Crawford no soporta que un alumno sea mejor que él. Urdirá contra el joven una trama de plagio para poder, así, echarle de la escuela.

Al mismo tiempo, se celebra el partido final de la liga de baloncesto. Jamal no rinde lo suficiente pues la situación creada por Crawford le desorienta. En el descanso del partido, un representante de la escuela ofrece a Jamal un acuerdo vergonzante.

Que el equipo gane el partido –es decir, Jamal juega bien- y archivamos el asunto de Crawford. Importante aquí es indicar que nuestro joven no se defiende de la acusación de plagio porque eso supondría tener que desvelar la existencia de Forrester. Y el muchacho ha prometido a Forrester que no lo hará. 

Instantes finales del partido. Tiros libres. Lanzará Jamal. Si marca los dos tiros, su equipo será campeón. ¿Qué hará Jamal?

Si encesta, la escuela pensará que es un tramposo y que da por válido el vergonzoso trato. Crawford gana. Si no encesta, perderá su equipo y el proceso de expulsión seguirá su curso. Crawford gana de nuevo.

La cámara, en esta escena, disuelve el dilema. Jamal ve a Crawford entre el público. Pero, también, ve a su madre y su hermano. Decide fallar los dos tiros. ¿Por qué? En un próximo Post hablaremos sobre la mente ética.

viernes, 10 de agosto de 2012

La mente respetuosa y el acoso escolar


Pensando en los jóvenes, es preferible que se unan para construir casas u ofrecer conciertos gratuitos para los más desfavorecidos, a que se corran juergas en la calle o se sienten a fumar hierba en el sótano del vecino

Preferir el respeto a la tolerancia o lo políticamente correcto, es una apuesta sugerente por parte de Howard Gardner en su propuesta sobre las cinco mentes del futuro.

La tolerancia es ineficaz porque al ignorar las diferencias termina produciendo el efecto rebote de enardecer las mismas. Lo políticamente correcto excluye, en muchos casos, el respeto por esa tendencia a tratar a todos de la misma manera –positiva o negativamente- por pertenecer a un mismo grupo. 

El respeto, conlleva aceptar las diferencias, aprender a convivir con ellas y valorar a quienes formen parte de grupos distintos. No otra cosa es la mente respetuosa; mente necesaria en un mundo cada vez más mezclado y heterogéneo.

Simplificando, podríamos afirmar que la propia cognición humana se ve abocada al descubrimiento de las diferencias. Como indica Gardner, no es fácil contener esa propensión. Cosa distinta es cómo se etiqueten e interpretan esas diferencias. La Psicología Cognitiva coincide en afirmar que ese proceso es eminentemente cultural.

Un ejemplo sencillo y metafórico para no ofender a nadie. Inevitablemente, a un niño pequeño le llamará la atención un gato de color verde. Simplemente, porque es diferente. Si su madre le indicara que esos gatos son peligrosos, el niño crecería en un entorno cultural en el que la combinación gato y verde debe ser evitada.

A buen entendedor, con pocas palabras basta. Quien no entienda el ejemplo, que sustituya gato o verde por características humana.

Quisiera acercar mis reflexiones sobre la mente respetuosa a los casos de acoso escolar que proliferan, por desgracia, en nuestra sociedad occidental. Interesante es comprobar cómo estos casos son prácticamente inexistentes en otras culturas.


En España, para colmo, todo se politiza, burocratiza y se enreda en cuestiones psicológicas para llegar tarde y mal. No se avanza porque sólo se buscan culpables cuando se dan estos casos.  

La prevención es clave y no es difícil de llevar a la práctica. Dejar hacer a los profesores y promover acciones conjuntas de superación que implique a todo el grupo. Hay que atinar con la propuesta para que todos los alumnos colaboren, según sus cualidades, en el proyecto.

Recuerdo un caso profesional –de hace ya más de diez años- en el que en un aula existía un ambiente muy enrarecido. Creo que por suerte –muy inexperto uno en esa época- tuve la iniciativa de rodar un cortometraje con todos los alumnos de esa clase. Conseguida la ilusión y el compromiso de todos por sacarlo adelante, los problemas de convivencia desaparecieron.

Es mentira que los enemigos comunes unan a un grupo. Eso, al final, termina en contienda. Lo que une es hacer algo distinto entre personas distintas.

jueves, 9 de agosto de 2012

La mente creativa


Los pensamientos sin contenidos son vacíos; las intuiciones sin conceptos son ciegas.

Es llamativa la propuesta de Howard Gardner sobre la mente creativa. Lo es porque afirma obviedades sobre el proceso creativo. Sin embargo, esas obviedades son imprescindibles. El mérito, que las dice Gardner y se dan por válidas. 

Siempre he sospechado del trabajo intelectual del que escribe pero apenas lee o del que comenta un partido de fútbol y nunca se ha puesto un chándal para hacer deporte. La creatividad necesita del dominio previo de la mente disciplinada. Si no has estudiado  años y años de filosofía, por ejemplo, no puedes pretender encontrar la piedra filosofal. 

La célebre  afirmación kantiana ya recoge esta realidad. Si no sé dividir, no podré encontrar la solución de tal problema (Los pensamientos sin contenidos son vacíos)

¿Por qué será necesaria en el futuro –lo es ya porque el futuro cada vez es más pasado- la mente creativa? Una de las características de nuestra sociedad es que lo rutinario lo termina haciendo una máquina. Son más baratas en el proceso de producción, no se quejan y pueden ser explotadas.

La creación es un rompimiento de la rutina. Una máquina nunca será creativa. Los trabajadores creativos –en cualquier marco laboral- tendrán más posibilidades de afianzarse  en sus trabajos; no engrosarán así las ya abultadas cifras del paro.

Lo mismo ocurre con las empresas. Pongamos un ejemplo. Ciertamente cualquier producto que adquiera de Apple, se me quedará obsoleto en pocos meses. Eso es así porque se nos incita a consumir. Pero sería un error menospreciar, con escasas miras, el proceso de creación que esta empresa –o cualquier otra- realiza constantemente para mantenerse en el candelero.


 

Otra cuestión clave. ¿Cuándo se da un proceso creativo? ¿Es creativo un grafitero que pinta en un espacio legal? ¿Es creativo un profesor que da sus clases usando las Nuevas Tecnologías? La prueba de fuego es sencilla. ¿Ha modificado -esa creación- de forma significativa el dominio en el que se actúa? (Howard Gardner, Las cinco mentes del futuro)

El adolescente que garabatea una pared porque así expresa lo que siente por dentro, no crea. Ensucia. El profesor que pone constantemente videos en las clases, no crea porque así no se aprende. Es un entretenedor de niños. 

Tampoco se puede pretender que la escuela sea un espacio creativo. Recordemos que la creación necesita del dominio de las disciplinas. A la escuela se va a eso y sólo, más tarde, formar innovadores.

La clave está fuera de los horarios lectivos y en manos, mayoritariamente, de los padres. Es fundamental asegurarse de que los hijos tengan aficiones que no conlleven una única respuesta concreta. 

Por ejemplo, el ajedrez. Y una pregunta para aclarar la propuesta. ¿Qué pieza vale más en este juego? No hay una única respuesta. Depende de la posición. Por eso, el ajedrez no sólo potencia la mente lógica y matemática. Posee un valor mucho más preciado. Fomenta los procesos creativos.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Los superhéroes y los carros de Mercadona


La evolución histórica de los superhéroes es sintomática. De los legendarios Robin Hood o El Zorro hasta Batman, estos salvadores no han tenido más remedio que adaptarse a las circunstancias sociales en la que desarrollaron sus peripecias. 

Los primeros, no poseían superpoderes. Con su gran catadura moral y su pericia en el cuerpo a cuerpo les bastaba para dar a los pobres lo suyo. Robin Hood o El Zorro luchaban contra un orden social opresor en su esencia. Nadie representaba al pueblo.  

El advenimiento de la democracia, jubila a este tipo de superhéroes. La sociedad se representa a sí misma y vela por sus propios intereses. La sociedad democrática es salvadora de sí misma.

Podríamos decir que los superhéroes reconocen al instante esa nueva situación social. Un superhéroe en una sociedad democrática sería un burdo dictador. Por eso, se retiran. Su papel ya no es necesario.

¿Por qué necesitan los nuevos superhéroes superpoderes? Porque el enemigo a batir ya no es el orden social imperante. Los nuevos enemigos se sitúan al margen de la sociedad usando el progreso técnico para esclavizar a los ciudadanos. Si no hay superpoderes, la democracia peligra.

Difícil equilibrio entre democracia e intervenir con esos poderes para recuperar la paz social. De nuevo, se repite una constante en estos nuevos superhéroes -como en los clásicos- para salvaguardar ese equilibrio. Batman o Spiderman son decentes.

Sin duda, Superman es el auténtico superhéroe. El monólogo final de Kill Bill (2) lo explica magistralmente. Peter Parker tiene que ponerse un traje para ser Spiderman. Superman tiene que ponerse el traje de Clark Kent para disimular que es el superhéroe deseado. Es el disfraz que Superman utiliza para integrarse entre nosotros.

 

¿Y cuáles son las características de Clark Kent? Es débil, inseguro. Es un cobarde. Clark Kent es la crítica de Superman a toda la raza humana.

Con esta última afirmación del citado monólogo no estoy de acuerdo. No considero que Clark Kent sea un cobarde. Simplemente sabe que debe disimular para que nadie sepa que él es Superman. Un superhéroe no necesita el reconocimiento público. Trabaja en la sombra y sin necesidad de cámaras.
 
Clark Kent quizás sea, finalmente, el verdadero superhéroe. Usa sus poderes cuando es necesario, en la misma dirección que la ley y cuando la sociedad democrática así se lo pide. Mientras, es feliz con sus horribles gafas y sus tristes trajes de chaqueta.

Un superhéroe que actuara en pleno siglo XXI con los superpoderes del robo y la amenaza, como arma redentora, no sería un superhéroe. Si Clark Kent hiciera eso, Superman no tendría sentido.

martes, 7 de agosto de 2012

Educar la mente sintética

La verdad es como una manta que siempre te deja los pies fríos

Todd Anderson –uno de los alumnos protagonistas del El club de los poetas muertos- tiene serios problemas personales. No sabe quién es ni lo que quiere. Sinceramente, creo que sus problemas se agravan porque se equivoca en su análisis.

Confunde los efectos –sus problemas- con la causa de los mismos. Esta no es otra que la falta de cariño por parte de sus padres.  Mientras no asuma esa realidad, no soltará lastre ni asentará su vida.

Lo único útil que hace el afamado profesor John Keating –por cierto, un peligro de profesor y dañina película para el público adolescente- es zarandear la pasividad de Todd Anderson por medio de la poesía.

Emblemática es la escena en la que un nervioso Anderson sale a la pizarra y es obligado por Keating a expresarse sin inhibiciones (Un estilo freudiano que lo empeoraría de sus males; pero, en fin, no deja de ser una película) Todd encuentra su camino liberador por medio de las metáforas.
 
 


La metáfora, como bien indica Howard Gardner en Las cinco mentes del futuro, ayuda a dar vida a los conceptos. Los conceptos bien elaborados sobre uno mismo posibilitan el situarse en la vida porque uno descubre quién es.

Las imágenes, las metáforas y los temas impactantes ayudan a educar la mente sintética. Intelectuales como Adam Smith usaron estas construcciones para explicar verdades tan complejas como la regulación de los mercados: la mano invisible que los estructura.

Lo mismo ocurre con las narraciones. Guerra y Paz no hubiera sido posible si León Tolstói no hubiera tenido esa portentosa mente sintética.

En un Post anterior se intentó explicar la necesidad de formar a las nuevas generaciones en este tipo de mente. Los ejemplos mencionados son maneras de conseguirlo. El problema surge cuando en la escuela, el trabajo de los alumnos –especialmente los de Primaria- está supeditado al material que proporcionan los libros de textos.

No critico esos materiales. Son necesarios pero necesitan actualizarse a las necesidades de esta nueva sociedad en la que vivimos. ¿Por qué? Para tener una mente sintética, hay que ponerse a hacer síntesis. Los libros de textos –o quizás el profesor que se limita a este material como único método de enseñanza- ya tienen elaboradas esas síntesis. 

Así, volvemos a lo de siempre. Un alumno aburrido que memoriza lo que le ponen por delante cuando debería ser él el que elaborara ese material –sintetizar- que debe aprender.

Dejemos las redacciones aburridas de lo que ha hecho tal niño en verano. Pidámosle que realice una narración sobre sus vacaciones. Dejemos de preguntar qué es lo que más le ha gustado de esa lectura obligatoria. Preguntemos mejor si podríamos decir del protagonista si tiene dientes sudorosos.



domingo, 5 de agosto de 2012

La mente sintética


La mejor manera de dominar un laberinto  es verlo desde arriba. Es la única opción de aprehenderlo en su globalidad. Si se está dentro, la falta de globalidad da lugar a que uno se pierda.

La cantidad de información que nos llega, gracias a las Nuevas Tecnologías, hace los mismos efectos que un laberinto; pero, en esta ocasión, estos se producen en la mente. La cantidad de saber se duplica cada dos años. No es posible gestionar tal cantidad de conocimientos. La cantidad imposibilita una visión global. Y no otra cosa es el conocimiento.

Frente a la mente laberíntica que se pierde en nada, necesitamos con urgencia potenciar la mente sintética. Aquella que sea capaz de elaborar un todo coherente y unificado. Internet es laberíntico. La única manera de salir de tal laberinto es la síntesis.


Al modo cartesiano, Howard Gardner propone esta segunda mente –la primera es la mente disciplina- como necesidad urgente para las nuevas generaciones que quieran conquistar el futuro.

¿Cómo aprender a sintetizar si la información nos desborda y no es abarcable? Cuando un alumno tiene que realizar un trabajo, lo primero que hace es buscar en Internet. Con suerte, pinchará en los dos primeros enlaces propuestos. Luego, copiará y pegara la información. La síntesis brillará por su ausencia si en las escuelas se siguen mandando trabajos al estilo pre-internet.

Gardner propone diversos caminos, atajos, para aprender a sintetizar. La mente sintética es una brújula para la estructura laberíntica del saber. Son propuestas que posibilitan el ejercicio de pasar de la parte –trozos de información- al todo, es decir, el saber.

A saber: la narración, las taxonomías, los conceptos complejos, las reglas y aforismos, las metáforas, las expresiones sin palabras, las teorías y las metateorías. En un próximo Post, comentaré algunos de ellos.

sábado, 4 de agosto de 2012

La mente disciplinada


La primera mente que recoge Howard Gardner en su propuesta sobre las cinco mentes del futuro es la mente disciplinada. El nombre puede conducir a error a la hora de definir esta propuesta. Intentemos explicarlo recurriendo a un sencillo ejemplo.

En cuanto a los resultados académicos – no entremos en el por qué- es fácil dividir a los alumnos en tres tipos. Los que no hacen nada, los que repiten sin más lo estudiado de memoria, los que son capaces de ir más allá de lo memorizado y contextualizan su saber. De estos últimos, afirmará Gardner que tienen una mente disciplinada. En nuestro sistema educativo, una mente disciplinada brilla por su ausencia. 

¿Por qué tantos estudiantes, pese a las iniciativas mejor motivadas, siguen pensando de manera errónea o inadecuada? (Cfr. Las cinco mentes del fututo, Howard Gardner, Paidós)

La respuesta es sencilla. En los colegios, institutos, incluso en las universidades, se estudian materias y no disciplinas. Las materias están destinadas a ser memorizadas sin más. Las disciplinas obligan a contextualizar el saber. Esta diferenciación es clave para entender los pobres resultados de nuestro sistema educativo. 

También ciencias como matemáticas, física, química, se estudian de memoria. Si le pones en un examen a un alumno un problema algo distinto a lo explicado en clase, no se habrá qué hacer con él. Bueno, sí. Le dirá con desparpajo al profesor que eso no lo ha explicado. Así estamos de nivel.

Formulemos otro ejemplo siguiendo la propuesta de Gardner. Comprender la naturaleza de una guerra civil no es equivalente a saber las fechas de las batallas en que se enfrentaron los norteamericanos en el siglo XIX o los españoles en el siglo XX: hay que juzgar si las batallas libradas en Vietnam durante la década de 1960 o los conflictos de Ruanda en la de 1990 deben considerarse ejemplos de guerras civiles. (Ibidem, Las cinco mentes del futuro) 

Eso es lo que hace una mente disciplinada. Quien la cultive, ganará el futuro. La clave es cómo potenciarla entre los alumnos en un sistema educativo repleto de pruebas de control externo –por ejemplo, la selectividad- que sólo mide la triste capacidad memorística de los alumnos.


Los alumnos memorísticos serán presa fácil de demagogos y charlatanes, y, esto, en el mejor de los casos. Los que ni siquiera memorizan, no ganarán para desgracias.

Se hace necesario plantear en las aulas –a todos los niveles- situaciones de comprensión. Este es el camino adecuado para que los alumnos no sean analfabetos de sus propias materias de estudio. 

¿Cómo crear situaciones de comprensión? Cambiando los modelos de exámenes. Puedo explicar y preguntar, sin más, el método socrático. Flaco favor intelectual que se hace al alumno. O puedo apostar por el futuro mejor de ese alumno y preguntarle por qué la conversación entre los protagonistas de Descubriendo a Forrester –gran película- es socrática en su esencia.

La mente disciplinada, por otra parte, echa por tierra los inútiles esfuerzos que se dedican a motivar a los alumnos. Afortunadamente. El hecho de lograrla genera el deseo de ampliarla. Quien huele el misterio del saber, querrá más. No hay otra manera de motivar.

Si descubres que tal película es socrática, sentirás un deseo irreprimible de encontrar más ejemplos.

viernes, 3 de agosto de 2012

En el nombre del Padre


La opinión pública puede ejercer una fuerte presión sobre los gobiernos; especialmente cuando estos se ven acorralados por situaciones límites. Una de ellas, sin duda, es la presión que, sobre las democracias, ejercen las bandas terroristas. 

Todo grupo terrorista sabe que su fuerza estriba en dos polos que deben activarse al unísono: el pánico entre la población y la debilidad de un gobierno ante ese pánico de los ciudadanos. Conseguido esto, el sistema o bien se regenera o cae en la corrupción como solución falsa. 

Quizás este sea el tema de fondo de esta gran película dirigida en el año 1993 por Jim Sheridan. 5 de octubre de 1974. Un brutal atentado del IRA en un pub londinense se salda con cinco muertos e infinidad de heridos. La presión social contra el gobierno británico es absoluta. La policía confunde el encontrar culpables con descubrir la verdad. La injusticia estará servida.

La trama de la película, su desenlace, es bien conocida por todos. Por eso, quisiera centrarme en la relación que Giuseppe mantiene con su hijo Gerry. Creo que es lo más conseguido de la propuesta cinematográfica de Sheridan.



Es superficial afirmar que Giuseppe es un gran hombre y su hijo Gerry un vulgar gamberro y que éste sea el motivo de la mala relación inicial entre ambos. La cuestión es más sencilla y profunda. Sí. Lo sencillo no sólo acerca la verdad sino que la hace interesante.

Ambas descripciones son ciertas pero no es ese el motivo de la distancia entre padre e hijo. Gerry sabe que su padre tiene razón. La humildad verdadera no es cobardía. Perdonar a aquellos que te persiguen es revolucionario. Gerry, rebelde sin causa, no soporta ver reflejada en la forma de ser de su padre la mentira de su vida. Por eso no puede convivir a su lado.

La situación carcelaria –recordemos que casi la familia en pleno es encarcelada injustamente- le hará comprender a Gerry que su padre es un gran hombre. ¿Cuál es la clave de este descubrimiento? ¿La calamidad familiar que les une? ¿Verse desesperado por estar en prisión? ¿El miedo? Nada  de eso. 

Simplemente -casi nada- su padre ha seguido siendo el mismo pese a las circunstancias. Esa es la gran enseñanza de Giuseppe como buen padre. En lo fundamental, creencias y virtudes, no se ha movido ni un ápice.

Las relaciones entre padres e hijos se vienen abajo cuando los padres, por contentar a sus hijos y suplir así otras carencias –principalmente la dedicación de tiempo- ceden en lo que no se debe ceder nunca: cómo debe vivir uno la vida con dignidad sin dejar que las circunstancias arruinen las creencias.