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sábado, 4 de agosto de 2012

La mente disciplinada


La primera mente que recoge Howard Gardner en su propuesta sobre las cinco mentes del futuro es la mente disciplinada. El nombre puede conducir a error a la hora de definir esta propuesta. Intentemos explicarlo recurriendo a un sencillo ejemplo.

En cuanto a los resultados académicos – no entremos en el por qué- es fácil dividir a los alumnos en tres tipos. Los que no hacen nada, los que repiten sin más lo estudiado de memoria, los que son capaces de ir más allá de lo memorizado y contextualizan su saber. De estos últimos, afirmará Gardner que tienen una mente disciplinada. En nuestro sistema educativo, una mente disciplinada brilla por su ausencia. 

¿Por qué tantos estudiantes, pese a las iniciativas mejor motivadas, siguen pensando de manera errónea o inadecuada? (Cfr. Las cinco mentes del fututo, Howard Gardner, Paidós)

La respuesta es sencilla. En los colegios, institutos, incluso en las universidades, se estudian materias y no disciplinas. Las materias están destinadas a ser memorizadas sin más. Las disciplinas obligan a contextualizar el saber. Esta diferenciación es clave para entender los pobres resultados de nuestro sistema educativo. 

También ciencias como matemáticas, física, química, se estudian de memoria. Si le pones en un examen a un alumno un problema algo distinto a lo explicado en clase, no se habrá qué hacer con él. Bueno, sí. Le dirá con desparpajo al profesor que eso no lo ha explicado. Así estamos de nivel.

Formulemos otro ejemplo siguiendo la propuesta de Gardner. Comprender la naturaleza de una guerra civil no es equivalente a saber las fechas de las batallas en que se enfrentaron los norteamericanos en el siglo XIX o los españoles en el siglo XX: hay que juzgar si las batallas libradas en Vietnam durante la década de 1960 o los conflictos de Ruanda en la de 1990 deben considerarse ejemplos de guerras civiles. (Ibidem, Las cinco mentes del futuro) 

Eso es lo que hace una mente disciplinada. Quien la cultive, ganará el futuro. La clave es cómo potenciarla entre los alumnos en un sistema educativo repleto de pruebas de control externo –por ejemplo, la selectividad- que sólo mide la triste capacidad memorística de los alumnos.


Los alumnos memorísticos serán presa fácil de demagogos y charlatanes, y, esto, en el mejor de los casos. Los que ni siquiera memorizan, no ganarán para desgracias.

Se hace necesario plantear en las aulas –a todos los niveles- situaciones de comprensión. Este es el camino adecuado para que los alumnos no sean analfabetos de sus propias materias de estudio. 

¿Cómo crear situaciones de comprensión? Cambiando los modelos de exámenes. Puedo explicar y preguntar, sin más, el método socrático. Flaco favor intelectual que se hace al alumno. O puedo apostar por el futuro mejor de ese alumno y preguntarle por qué la conversación entre los protagonistas de Descubriendo a Forrester –gran película- es socrática en su esencia.

La mente disciplinada, por otra parte, echa por tierra los inútiles esfuerzos que se dedican a motivar a los alumnos. Afortunadamente. El hecho de lograrla genera el deseo de ampliarla. Quien huele el misterio del saber, querrá más. No hay otra manera de motivar.

Si descubres que tal película es socrática, sentirás un deseo irreprimible de encontrar más ejemplos.

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