El
señor de las moscas, de William Golding, publicado en 1954, es la obra
literaria más conocida de este premio Nobel de Literatura. Dos versiones
cinematográficas han contribuido a potenciar este clásico de la literatura,
obra de obligada lectura escolar en el mundo anglosajón: la versión de 1963,
dirigida por Peter Brook; la de 1990, de Harry Hook.
Tanto
la novela como las versiones cinematográficas ofrecen numerosas posibilidades
de interpretación psicológica, sociológica, antropológica y filosófica. Sin
embargo, quisiera detenerme, en esta última posibilidad, la filosófica, a raíz
de la conversación esencial que mantienen dos de los protagonistas: Ralph y
Piggy.
La
barbarie ya se ha desatado en la isla. Ralph y Piggy se han quedado solos. Los
dos charlan con el horizonte y la playa por delante como única compañía.
Curiosa imagen. El mar inalcanzable y la soledad en la arena. Es en ese momento
cuando Piggy trae a colación las enseñanzas de Rousseau sobre la bondad de la
naturaleza humana. Ralph, incrédulo ante lo que escucha, se ríe.
Es
interesante analizar la propuesta de Golding al hilo de las aportaciones
filosóficas de autores como Hobbes, Locke y Rousseau y los personajes centrales
de la obra.
Ralph
es Locke. Representa el sentido común y a la democracia. Confía en la
elaboración de normas consensuadas que ayuden a la convivencia pacífica de los
niños en una isla desierta y sin la presencia de los adultos. Busca símbolos
compartidos que arropen sus pretensiones de anular ese derecho a castigar del
que nos habla Locke: el fuego, no sólo como posible señal de rescate sino como
símbolo de unión con el mundo exterior civilizado; la caracola, no sólo como
señal de orden en las asambleas sino como símbolo de la palabra que busca el
consenso.
Jack
representa la barbarie. No quiere ser recatado sino cazar; la caza es sólo
símbolo de ese instinto violento del hombre que le lleva a ser un lobo para los
demás. Jack nos hace patente la propuesta de Hobbes: sólo la imposición de la
fuerza hará posible la vida en sociedad.
Piggy,
es símbolo de la razón. Es un ilustrado que terminará siendo sacrificado: el
sueño de la razón produce monstruos. Curioso es que lleve gafas. Es un juego
simbólico que podemos asociar a la luz de la inteligencia. Gracias a las gafas
de Piggy resulta más fácil hacer fuego. El fuego, no sólo da calor; también
ilumina.
Definitiva
es la escena final de la cinta de 1990 para reseñar esta tesis: Ralph es
perseguido para ser linchado. En su huída, llega hasta la playa. Cae, en su
carrera, sobre la arena. Al levantarse, descubre la presencia de un militar
uniformado. Los chicos, que le persiguen, quedan paralizados ante esa misma
presencia inesperada. Se quedan paralizados.
La
imagen del militar representa el orden social. Sólo así, se dan cuenta de que
pretendían una nueva barbarie. ¿No será el orden social el que evita el mal?
¿Se equivoca, pues, Rousseau?
puedes especificar en que parte del libro esta la escena de piggy y ralph hablando en la playa??
ResponderEliminarSiento el retraso en contestar. He tenido problemas con el acceso al Blog. Por fin, he podido recuperarlo. Tendría que releer la novela para poder responderte pues, así de entrada, no lo sé. Lo miraré. Muchas gracias por la pregunta.
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