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viernes, 26 de julio de 2013

Leer en agosto. Un libro por semana.


Para asumir, con garantías, el reto de leer en agosto. Cinco recomendaciones. Una por semana.

1ª Semana 29 julio-4 agosto

Calentando motores. Una propuesta de entretenimiento y lectura fácil aunque de calidad.

El huevo de oro, de Donna Leon.

Última publicación de la dama del crimen, Donna Leon, y una nueva propuesta de investigación para el comisario Brunetti en Venecia, sus islas, puentes y vaporettos.

Aparecen los temas clásicos de Donna Leon: la corrupción política, el núcleo familiar de Brunetti, la enigmática señorita Electra, la condición humana con sus grandezas y sus miserias.

La trama: Un hombre sordo y deficiente que trabaja en una tintorería del vecindario del comisario Brunetti aparece muerto por una sobredosis de pastillas. El incidente sobrecoge a la esposa del comisario.

Lo que más me ha llamado la atención: Más allá de que leer a Donna Leon entretiene –por cierto, y desarrollo nuestras estructuras cognitivas lógicas- es interesante el acercamiento humano a las personas con discapacidad.

2ª Semana 5 agosto-11 agosto

Subiendo un peldaño. Un ensayo clásico sobre una realidad terrible pero con un mensaje positivo y esperanzador.

El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl.

Nos narra la experiencia, en primera persona, del psiquiatra judío Viktor Frankl en  un campo de concentración nazi. Esto no debe asustarnos a la hora de iniciar la lectura. Viktor Frankl nos enseña, parafraseando a Nietzsche, lo siguiente: quien tiene un por qué es capaz de soportar cualquier cómo.

Lo que más me ha llamado la atención de este libro, leído por primera vez hace ya muchos años y releído con frecuencia: “Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frente al destino- para decidir su propio camino”

3ª Semana 12 agosto-18 agosto

Volvamos a la literatura. Una propuesta con algo más de profundidad literaria y temática.

La ley y la dama, de Wilkie Collins.

Wilkie Collins puede ser considerado el maestro de los autores de novelas policíacas contemporáneos. Su secreto: contar una historia de intriga en la que los personajes son de carne y hueso y podemos identificarnos con ellos.

La trama: Una joven huérfana, recién casada, descubre en el viaje de novios que el apellido de su marido es otro. A partir de aquí, todo se complica.

Lo que más me ha llamado la atención: El acercamiento a la época victoriana con toques de humor muy inteligentes.


4º Semana 19 agosto-25 agosto

Si la playa cansa ya un poco o si la economía no da para playa y sí, al menos, para un cómodo sofá, puede ser el momento de adentrase a un tema de actualidad de manera divulgativa y con rigor.

¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes?, de Nicholas Carr.

Cada vez resulta más difícil entender al hombre y a la mujer de hoy, la cultura, la sociedad –todo, en definitiva- sin conocer la influencia que las nuevas tecnologías tienen en el mundo actual. Nuestra manera de pensar, de entender la realidad y de entendernos a nosotros mismos ya no es como era hace unos años.

Lo que más me ha llamado la atención: Los datos científicos que se utilizan en la argumentación.

¿Y si toda mi lectura es online no tanto porque ha cambiado el modo en que leo, es decir, por pura conveniencia, sino que el modo en que pienso ha cambiado?

5ª Semana 26 agosto-1 septiembre

Si se ha sido capaz de leer, a estas fechas, cuatro libros, definitivamente, es el momento para dar el salto a la poesía, la olvidada poesía.

La casa encendida, de Luis Rosales.

Creo que, con diferencia, es la mejor obra de este poeta granadino. A fuerza de omitir adjetivos, Rosales llega a la esencia de las cosas. Utiliza las imágenes dejando lo que cuenta en la memoria y para siempre.

Lo que siempre me ha llamado más la atención de Luis Rosales, su Autobiografía:

Como el náufrago metódico que contase las olas
que faltan para morir,
y las contase, y las volviese a contar, para evitar
errores, hasta la última,
hasta aquella que tiene la estatura de un niño
y le besa y le cubre la frente,
así he vivido yo con una vaga prudencia de
caballo de cartón en el baño,
sabiendo que jamás me he equivocado en nada,
sino en las cosas que yo más quería.

domingo, 21 de julio de 2013

The Queen o el silencio como enemigo de la transparencia

Existen numerosas críticas sobre esta película británica dirigida, en el año 2006, por Stephen Frears. El marco de arranque es sumamente sugerente. Un Tony Blair recién llegado al gobierno británico, la muerte de la princesa Diana y la actitud de una reina, Isabel, que alejada de su pueblo en Balmoral, decide guardar silencio, como respuesta, ante el eco mediático de conmoción colectiva que la muerte de la princesa del pueblo está causando en su país y en el mundo entero.

The Queen ofrece numerosas lecturas. Creo que esta cinta no sería tal sin la magnífica actuación de Helen Mirren, en el papel de la reina Isabel, el guión magistral de Peter Morgan o el trabajo sólido, por primera vez, de Stephen Frears.
 
Sugerente es mostrar la separación de dos mundos, condenados, a priori, a chocar entre ellos, con el uso de diferentes planos de cámara, paisajes, ambientación y diálogos: el de Tony Blair, moderno y con futuro; el de la reina, pasado y sin expectativas. Y digo a priori por que la cinta relata, con honestidad, el giro de esos dos paradigmas para confluir en una alianza pragmática –muy british- al menos.
 
Pero el objeto de esta entrada no es realizar una reseña más de esta película. Quisiera analizar sólo una escena  que me parece un resumen magnífico no sólo de la película sino de la enseñanza política que podemos obtener de la misma. La escena tiene lugar al inicio de la cinta.
 

La reina Isabel está siendo retratada. El lienzo, la refleja de perfil. Típica imagen que indica que uno es mirado, observado, adulado, o lo que se quiera añadir pero, que en todo caso indica, también, que el observado no mira a los demás y que se mantiene al margen. Mientras es retratada, la reina mira la televisión. Informan sobre Tony Blair que ha acudido a votar en compañía de su familia.

Terminado el retrato, la cámara toma un primer plano del rostro de la reina. La quietud del semblante parece reflejarnos el lienzo. Pero no es así. El rostro de la reina se gira y mira directamente a la cámara. El rostro de perfil se gira para dejar de ser mirado y dedicarse a mirar.

La sociedad de la transparencia, nuestra sociedad, no entiende esa posición de perfil ajena a lo que ocurre. Mantenerse en esa actitud –en el caso de la reina, ese guardar silencio sobre la muerte de Diana- es interpretado como sospechoso. El que no habla es porque algo esconde. Las nuevas tecnologías no han hecho sino aumentar esa sensación.

Mantenerse de perfil es no hablar, no dar la cara. La sociedad, desconectará de esos personajes para ponerlos en duda. Especialmente, si son responsables políticos. La estrategia del silencio y esperar a que escampe ya no es válida. Hay que mirar a la cámara de frente, dejarse preguntar y hablar. La reina lo supo hace muchos años.

sábado, 20 de julio de 2013

Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas


Acabo de terminar de leer Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas de Leontxo García.
 
A los que somos amantes del ajedrez, nos es fácil transitar, mentalmente, por las partidas de genios como Bobby Fisher, Anatoli Kárpov o Garry Kaspárov; al mismo tiempo, nos resulta igual de fácil asociar el ajedrez a las enseñanzas del maestro García. 

Parafraseando a Jung, podríamos afirmar que los ajedrecistas tenemos un inconsciente colectivo particular en el que el tablero es la vida; las piezas, los jugadores y Leontxo, la voz de todo lo que ocurre en las sesenta y cuatro casillas.

He disfrutado, lógicamente, con la lectura y con la estructura del libro. En tres capítulos y 359 páginas, se desgranan pasajes inolvidables y datos relevantes que evidencian las características especiales de este “juego” tan difícil de catalogar: ¿Deporte? ¿Ciencia? ¿Arte? Indico algunos interrogantes sugerentes.
 
 

 
Los misterios del ajedrez ¿Por qué juegan las mujeres peor? Un interrogante atrevido y mediático. Pero no se asuste el lector. Los comentarios de Leontxo García van por otros derroteros. Curioso es, apuntar, que hayan sido las propias jugadoras las que reivindiquen competiciones de ajedrez separadas por sexos.

Ver con la mente Ajedrez a ciegas: Memoria fotográfica frente a memoria lógica. O introducirse, de paso, en el fabuloso mundo del ajedrez para invidentes.

¿Es el ajedrez un deporte? Y, como hace Leontxo, para responder a esta típica cuestión, podríamos contestar con dos preguntas: ¿Jugaría Messi igual de bien al fútbol con otro cerebro? ¿Podemos separar la mente del cuerpo y hablar de deportes físicos y otros que no lo son?

Algunos locos adorables Donde se desmitifica esa idea –falsa- que asocia ajedrez a personajes un tanto curiosos, al menos, y relatándose, al mismo tiempo, anécdotas estrambóticas que jalonaron la vida de Bobby Fisher.

Un capítulo entero, El ajedrez enseña a pensar, dedicado a profundizar en los beneficios cognitivos del ajedrez y su utilización como terapia, no sólo cognitiva, sino también social. Las iniciativas tomadas en la reinserción de presos, usando el ajedrez como herramienta, son encomiables. ¿Para cuándo el ajedrez en las aulas, querido profesor García?

Chips y neuronas, más de dos siglos de jaque, capítulo en el que se realiza un viaje apasionante sobre el ajedrez como campo de investigación de la inteligencia artificial. Los pasajes dedicados a relatar los enfrentamientos entre Garry Kaspárov y Deep Blue están narrados con la maestría propia de un director de cine de suspense.

Recomiendo la lectura de este Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas aunque el trabajo de Leontxo García se divulgue por sí solo.

No obstante, sólo señalaría una matización a su trabajo; matiz que me surge tras leer ciertos presagios negativos que se vislumbran en el mundo del ajedrez. Los avances técnicos informáticos puede que evidencien, con el tiempo, que el ajedrez sea predecible. Quizás, el jugador de blancas nunca pueda perder. Es cuestión de jugar con la precisión de un ordenador infalible. Por otro lado, ese mismo progreso informático puede ser usado, de manera vergonzosa, para hacer trampas en una competición.

Y, aquí, lo que hecho en falta. La mayoría de las personas que nos acercamos a un tablero de ajedrez, lo hacemos porque nos resulta vital. Y dejaría de ser vital si echáramos mano de un ordenador o de las trampas para ganar. Lo que hace grande al ajedrez es jugarlo. Ajedrez y vida, pasiones mezcladas.

Educación líquida

Los análisis de Z. Bauman sobre la sociedad líquida ofrecen un marco teórico apropiado para reflexionar sobre la necesidad de un cambio, al menos metodológico, en el trabajo en las aulas y a todos los niveles: Primaria, Secundaria y Universidad.

Dando por válido que en educación se pretende formar a las nuevas generaciones, para que encuentren su lugar en la sociedad, cabe plantearse cómo hacer eso cuando la sociedad de hora se caracteriza por estar cambiando continuamente.

¿Preparan las aulas para esa posibilidad de cambio? O dicho de otra manera para que se comprenda la cuestión: Si estudio, por ejemplo, biología, ¿me prepara la universidad para que me pueda “ganar la vida” con algo que no tenga nada que ver con la biología porque no hay trabajo para los biólogos?

El asunto se complica cuando observamos que esta sociedad líquida no sólo afecta al futuro profesional. En cierta manera, la identidad personal también se está volviendo volátil. Las identidades son digitales, es decir, cambiables según las necesidades.

¿Qué implica esto? Demasiadas cosas pero, fundamentalmente, una: lo más contrario al cambio es el compromiso. El compromiso a largo plazo ha dejado de ser, por desgracia, algo natural. Ya no se trata de correr lo más rápido que se pueda para quedarse en el mismo sitio, como en Alicia. Más bien es al contrario; aunque uno se quede quieto, nunca estará en el mismo sitio.

Pongámonos en la mente de un adolescente, de un joven. En su cabeza giran las siguientes cuestiones: sacrificarme con los estudios cuando no sé si esta carrera me servirá para ganarme la vida; formarme como persona, con unos valores, cuando lo que ahora se contempla como valioso, mañana puede que no lo sea.

 
 
 
Ante estas reflexiones caben distintas posturas:

-El cobarde, que negará que la sociedad vaya por esos derroteros; se enrocará y seguirá haciendo lo de siempre para terminar fracasando. Un peligroso Allie Fox, en su peculiar costa de los mosquitos.

-El ideólogo, que no ha dado clases en su vida y que no sabe lo que es un niño, que tomará decisiones equivocadas por creerse en posesión de la verdad. Un peligroso doctor House que no toma su dosis de Vicodin.

-El aventurero, que se lanzará a modificar lo establecido sin un plan claro y contrastado. Un peligroso profesor Keating que diera clases de experimentación química en lugar de literatura.

La solución no es fácil pero, en todos los casos, pasa por lo siguiente:

-Como indica Z. Bauman hay que invertir inversión, talento e investigación en propiciar metodologías que fomenten mentalidades abiertas. Recomiendo aquí leer su metáfora sobre los misiles antiguos y modernos.

-Es necesario formar a los profesores en lugar de echarles la culpa de todo. Y formarlos, especialmente, en la gestión de las emociones. Un aula es una olla a presión de sentimientos dispersos y contradictorios.

lunes, 8 de julio de 2013

Todo lo que es líquido

Surfeamos en las olas de una sociedad líquida siempre cambiante -incierta- y cada vez más impredecible. Zygmunt Bauman.


Las reflexiones de Z. Bauman sobre las características de la sociedad actual –sociedad líquida- me parecen un marco apropiado para encontrar propuestas plausibles al convulso estado de necesidades (realidades) acuciantes en esta época de crisis: la crisis económica, la crisis institucional, la precariedad de los servicios públicos, el incierto futuro de la vejez, los vaivenes en la educación…
 
Aunque aún no he podido hacerlo, creo que ese Todo lo que era sólido de Antonio Muñoz Molina quizás sea un brillante reflejo ensayístico de esta situación líquida, en este caso la española, que emerge ante el derrumbe de aquello que parecía sólido.
 
¿Cómo es nuestra sociedad? ¿Es líquida? ¿Qué quiere decir eso de líquida? Usando dos ejemplos formulados por el propio Bauman, intentaremos responder, con brevedad, a esa cuestión.
 
 
Un americano medio cambiará once veces de trabajo antes de jubilarse. Una joven americana, afirma lo siguiente: Lo que no quiero en mi vida es ser como mi padre. Hace 25 años empezó a dar clases y sigue siendo profesor. Que aburrimiento.
 
El primer ejemplo nos lleva a un  cambio de paradigma social inimaginable: ya no se trata de aprender para incorporarse, con garantías, a la sociedad; se trata de aprender a desaprender porque el reciclarse será la manera de estar en el mundo.
 
El segundo ejemplo nos lleva a visualizar como las nuevas generaciones no comprenden, de ninguna de las maneras, esa sociedad (sólida e inexistente) que le queremos dejar en heredad: a los jóvenes, les importan más los tiempos que los espacios; quieren una vida interesante y no aburrida. Les encanta el cambio, están entrenados para el cambio.
 
Se hace difícil planificar el futuro y si algo son los jóvenes, es futuro. No es de extrañar la desafección masiva de la juventud hacia el compromiso social en unas estructuras que se están viniendo abajo. Que les guste el cambio no significa que no quieran ganar el futuro.
 
En próximas Entradas y al hilo de esas reflexiones de Z. Bauman intentaremos adentrarnos, inicialmente, en las repercusiones que esta sociedad líquida tiene en la formación de los niños y de los jóvenes.