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domingo, 18 de agosto de 2013

Demostrar la inocencia es imposible

La obra filosófica de Karl Popper (1902-1994) supuso una crítica demoledora a las pretensiones del positivismo lógico de presentar a la ciencia como paradigma de conocimiento y progreso continuo. Verificar, de manera absoluta, una proposición científica resulta imposible. Lo contrario, si es posible, es decir, indicar cuando una proposición no lo es.

Entrar en el desarrollo de esta cuestión  sería arduo y largo y, por otra parte, no es el objeto de esta entrada. Pero, para clarificar a dónde se quiere llegar, pondremos un sencillo ejemplo para aclarar la propuesta de Popper.

Centrémonos en el psicoanálisis. ¿Es científico? La herramienta que nos presta Popper es sencilla y contundente. Muchas proposiciones científicas propuestas por el psicoanálisis no pueden ser falsadas de ninguna de las maneras. Entre otras cosas porque lo contrario de muchas de esas proporciones tampoco podría ser falsado. El psicoanálisis podrá ser sugerente, interesante o lo que se quiera. Pero de científico, nada.
 

 
Introduzcamos, ahora, la siguiente afirmación: Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario. Esto que, afortunadamente, se presenta como un logro de la democracia no deja de ser una cuestión lógica más antigua que cualquier régimen político que se quiera poner de ejemplo.

Todo el mundo es inocente mientras no se demuestre lo contrario porque lo opuesto a esta afirmación resulta imposible. Demostrar lo que uno no ha hecho no es posible. En cierta manera, los caminos de la ciencia y del Estado de Derecho discurren por caminos distintos.

Por ejemplo, ¿cómo demuestra un político que no ha cobrado en negro? No puede. Es imposible. No se puede falsar lo que no se ha hecho.

Es curioso señalar que las aportaciones de Popper al debate científico supusieron, al mismo tiempo, un saneamiento necesario de la propia democracia. La grandeza de la democracia estriba en su paralelismo con el saber científico.

¿Por qué? Es sencillo. Una ley puede ser falsada y cuando esto ocurre se hace necesario cambiarla por otra. Lo mismo ocurre con los dirigentes políticos. Un político corrupto, cuando se demuestre su corrupción, debe ser sustituido.

Cerremos argumentos. Popper fue un claro defensor de la democracia y de su necesaria limpieza al tener claro los límites de lo que puede ser o no rechazado, falsado. Y, en el punto que nos ocupa, nunca se le ocurrió pretender que se demostrara, falsara, lo imposible.

Ante el espectáculo diario de nuestra clase política, volvamos a las reflexiones de Popper. Los que pretenden defender la democracia porque exigen que se demuestre lo que no es posible demostrar hacen, en definitiva, un flaco favor a esa democracia que pretenden salvaguardar. Evidentemente, los corruptos reales tampoco.

Tampoco estaría mal que los tertulianos televisivos leyeran a Popper.

 

 

 

 

lunes, 12 de agosto de 2013

Testigo de cargo


La obra teatral de Agatha Christie, Testigo de cargo, fue llevada al cine, con gran maestría, por Billy Wilder en 1957. El amante del buen cine podrá encontrar en esta película, por la que no pasa el tiempo, interpretaciones soberbias –Charles Laughton, Tyrone Power, Marlene Dietrich- escenas judiciales con un guión medido para generar el suspense, un uso sofisticado del flashback y un final, del que no puede hablarse, que sigue asombrando por su genialidad.
 
El salto cinematográfico que va desde Con faldas a lo loco, 1959, a Testigo de cargo, demuestran la calidad de este polémico director de cine, Billy Wilder, americano de origen austriaco, fallecido en Estados Unidos en el año 2002.

https://www.youtube.com/watch?v=FSDgi-6zcsI

Un testigo de cargo, en un juicio, es aquella persona que declara en contra del acusado. Esta declaración es tomada como prueba acusatoria por el fiscal. En los juicios de Núremberg, por ejemplo, este tipo de testimonios fueron moneda de cambio para que algunos acusados pudieran disfrutar de ciertos beneficios fiscales.

En nuestra propuesta cinematográfica, la trama encontrará su cierre magistral en el uso y abuso de esta figura jurídica. Si el testigo de cargo, obligado a decir la verdad, miente, conseguirá lo contrario de lo que, en principio, pretendía. De la acusación a la absolución, en ocasiones, hay un paso muy pequeño.

Prescindiendo de legalidades jurídicas, da la impresión de que nuestra actualidad política-judicial –a este ritmo se van a convertir en palabras sinónimas- está creando una simbiosis perfecta entre la figura del testigo de cargo y el imputado. El imputado acusa y, al mismo tiempo, es el testigo de los hechos que ofrece como acusación.

Si Billy Wilder se hubiera inspirado en nuestra coyuntura política en lugar de en nuestra autora del crimen, Testigo de cargo no hubiera sido un éxito. Más bien un fracaso. No hubiera sido posible crear un guión magistral porque cuando se dan esas circunstancias –insistimos, testigo de cargo e imputado son la misma persona- queda claro que el guión lo está escribiendo otra persona u otra instancia distinta.
 
Ésta es la cuestión clave a esclarecer.

 

 

lunes, 5 de agosto de 2013

Camino de Santiago

A Santiago se puede llegar de diferentes maneras. Creo que hay siete caminos distintos para hacerlo y, al mismo tiempo, distintas maneras de recorrerlo aunque la experiencia de realizarlo andando puede que sea la más enriquecedora.

Sin duda, hoy en día, hay tantos Camino de Santiago distintos como personas se disponen a hacerlo aunque negar su esencia –una peregrinación espiritual- sería, al menos, una demostración de escasa formación intelectual.

El que es peregrino lo es porque deja su entorno natural para acercarse a un lugar en el que es extraño. De ahí la alegría que se experimenta cuando se ve, ya cerca, el Monte del Gozo. Santiago dará ese abrigo necesario al que está fuera de su hogar.
 


Sentirse fuera de casa une a las personas que se encuentran en la misma situación vital. De ahí que la solidaridad entre los peregrinos sea otra de las características esenciales del Camino.

Basta con hacer el Camino una vez para descubrir que cuando tienes una necesidad, la gente te socorre sin preguntarte cómo ha podido ocurrirte eso o qué o quién es el culpable de la situación creada. Cuando sucede una desgracia, lo primero es el auxilio.

La gente de Galicia sabe esto desde siglos. Es un pueblo que ha dado sustento y cobijo a millones de personas que han realizado ese Camino. Sentirse extraño une; atender esa extrañeza, hace que un pueblo sea grande. Por eso, el pueblo gallego es un pueblo sabio.

Cuando la desgracia es perder la vida, camino de Santiago, sólo cabe actuar al modo gallego, con corazón grande. Buscar quién o qué tiene la culpa, en ese preciso momento, golpea a patadas la sabiduría para dar paso a los buitres.